domingo, 22 de julio de 2012

Curando lunares


La última vez que escribí sobre Europa toqué el tema del reciente auge de los Partidos Extremo-Populistas (PEP), y un tiempo antes había comentado acerca de cómo Hungría parece moverse cada vez más hacia un régimen autoritario. Aunque todavía ningún PEP ha llegado al poder a un estado europeo, dentro o fuera de la Unión, otro gobierno de Europa Oriental ha causado alboroto en el Viejo Continente debido a sus giros autoritarios: Rumania.

Lo curioso acá es el hecho que el Primer Ministro Rumano Victor Ponta no hace parte de ningún PEP, ni siquiera hace parte de un partido derechista como su homólogo húngaro Viktor Orban. De hecho, Ponta es el jefe del Partido Social Demócrata, lo cual no le ha impedido despedir al Presidente, dejar sin poder a la Corte Constitucional, y revocar todo el parlamento, logrando causar manifestaciones de indignación a lo largo y ancho de la UE. Llevándome a pensar que efectivamente se le debe dar crédito a las teorías que afirman la poca asimilación del modelo democrático en los países con poca tradición en dicho sistema, como es el caso de los antiguos estados comunistas.

Así como lo aseguré en mis artículos anteriores, es poco probable que los enclaves autoritarios europeos hagan causa común, esto debido a las fuertes presiones en lo que hoy en día es el parangón de los valores liberales. Antes de hablar de las presiones, para probar mi punto quiero llamar la atención hacia un mensaje redactado por un representante húngaro, donde hace lo más por demostrar los valores liberal-democráticos de su país basándose en hechos recientes, a la vez que les echa agua sucia a sus vecinos rumanos. Sin embargo, Hungría aún causa preocupaciones. Precisamente, tal parece que en este caso las acusaciones similares sirven para que los acusados diverjan las presiones mutuamente.

Y ya entrando en materia, me perdonarán si soy muy insistente con esto: ¿pero dónde queda la soberanía?

El asunto parece resolverse y caer por su propio peso. Las mencionadas presiones lograron que Ponta diera reversa a sus medidas, y además de eso, que enviara una serie de compromisos que hicieran de Rumania un lugar más democrático, o por lo menos, acorde con los parámetros de la UE. Aunque Hungría parece más resistente, es posible que también le toque comprometer algunas de sus desviaciones autoritarias. Al igual que los desvaríos económicos mediterráneos e irlandeses, que están llevando a una intervención en las medidas económicas, los desvaríos políticos de los orientales le dan a la UE el material necesario para consolidarse.

Por supuesto, ya se oyen voces de celebración, y no es para menos, el temor del autoritarismo no es algo sin fundamento, y muchísimo menos en el Viejo Continente. Pero al mismo tiempo, existe algo que frena la consolidación del bloque europeo, y es tener algo que simbolice esa nueva soberanía en las diversas culturas políticas que integran este bloque. La verdad, se trata de algo que se acusa en todo tipo de medios y de textos, y es el hecho de que no existe un claro liderazgo político que dirija todas estas operaciones. Tal parece que el modelo gerencial está empezando a verse decimado.

Tal vez este tipo de eventos hagan que finalmente los dirigentes europeos dejen de ser tan timoratos, y pongan manos a la obra a su proyecto político. O tal vez también, tanto vaivén sin conclusión definida haga que la UE fracase. Que esto sea bueno o malo depende del criterio de cada persona, pero la suerte está echada y es muy probable que suceda algo dentro del corto al mediano plazo. Lo que es claro acá es que la periferia europea les está dando una oportunidad dorada a los países del centro para consolidar aquello que se propusieron hace 60 años. Es precisamente en la curación a tiempo de lunares y es en las crisis donde se conjugan los elementos necesarios para cristalizar naciones. Si no, pregúntenle a Tucídides.

Homenaje a Kenneth Waltz


Mucho revuelo ha causado dentro de la comunidad académica el artículo escrito por Kenneth Waltz acerca de Irán y la Bomba. Waltz es el autor de Man,the State, and War, obra obligatoria para todo interesado en Política Internacional, y desde su contribución a la fundación del neorrealismo –poniendo el énfasis en la estructura anárquica del Sistema Internacional y no en la naturaleza humana- ha recibido todo tipo de críticas. Empezando por Alexander Wendt desde su formulación del constructivismo en IP, ahora al artículo sobre Irán le han llovido varias críticas, para una muestra [1] y [2].

Por lo tanto, el hecho de que tantas personas estén tan dispuestas a contradecir al “Padre del Neorrealismo” para mí quiere decir que Realmente se trata de alguien que le ha atinado a algo importante, aún más hoy en día que está de moda querer establecer “teorías alternativas” que no sean tan “catastróficas” y que sean más optimistas, así la realidad demuestre lo contrario. Entonces, los dejo con este video de una entrevista a este gran maestro:


martes, 17 de julio de 2012

Batalla naval


Un debate sonado en el campo de la geopolítica es el de poder terrestre versus poder naval, y se contempla esta rivalidad desde la Guerra del Peloponeso hasta la Guerra Fría. Los primeros alegan que aquel que controle el corazón euroasiático tiene un buen chance de controlar el resto del planeta, al tener la mayoría del terreno habitable, y que toda conquista no se logra a menos que se haga por medio de fuerzas terrestres. Por otro lado, los segundos argumentan que quien controla los mares, controla el acceso a todos los rincones del planeta.

Dada la predominancia anglosajona –algunos hablan de hegemonía- la partida parecen irla ganando los adherentes del campo naval. Hoy en día, que se hace más claro el cambio de eje desde el Atlántico al Pacífico, es claro que la capacidad marítima va a ser clave para definir el juego de poder actual y futuro. Y aunque no parezca, todas esas islas casi invisibles en medio del mayor de los océanos pueden ser clave en el desarrollo de esta pugna, así sea sólo porque serán las piezas, o mejor, las casillas con las que se establecerán las nuevas zonas de influencia durante los próximos años.

Es consecuente pensar que al ser todavía varias de estas islas colonias, o por lo menos tener el Union Jack en su bandera, y algunas es probable que desaparezcan a causa del deshielo polar, que ya los dados están echados. No obstante, en las publicaciones anteriores sobre este tema he mencionado como otras potencias le apuestan a ser los nuevos donantes que mantengan andando los precarios Estados pacíficos. Fuera de eso, el discurso de la autonomía de los pueblos puede ser contraproducente para las potencias actuales, al poder llevar a una independencia de las colonias restantes bajo el auspicio vedado de las potencias entrantes (aunque concedido esa táctica es vieja y poco usada ya).

Así mismo, la ruptura del “Método Pacífico” está dejando a la deriva a todos estos pequeños países, en particular debido a que Australia se encuentra reacomodando sus intereses. En primer lugar, a pesar de no querérsele hacer mucha bulla, en cada momento surge el debate si la “Tierra de Bien Abajo” debe continuar siendo una democracia parlamentaria con la Corona Británica como Jefe de Estado, o convertirse en una república [1]. El terminar de cortar el cordón umbilical con su tierra madre bien podría darle un sentimiento de mayor vuelo y toma de decisiones en lo político, así goce de total autonomía desde hace poco más de cien años. Porque también es de notar el hecho de que Australia cada vez más se presenta como un país asiático (hasta en la FIFA), probablemente buscando ser un actor clave en la nueva agenda.

Por eso mismo, y en segundo lugar, también parece que Australia busca cortar la dependencia militar, o por lo menos replantearla. Aprovechando su condición insular, la cual ha ayudado a que no haya tenido mayores acercamientos militares salvo unos aviones japoneses durante 2GM, Australia ha decidido bajar su presupuesto militar justo cuando se dan recortes del mismo tipo dentro de su máximo protector: Estados Unidos. Por supuesto, esto ya ha causado cierta preocupación entre algunos entendidos, aunque otros ven que con las crecientes alianzas en Asia Oriental, este enclave occidental podría tener cierta flexibilidad para aprovecharlas, y así permanecer dentro de la esfera de China, uno de sus principales socios en la actualidad.

Por lo tanto, si la que era la principal protectora se desentiende de los pequeños ¿por qué estos no van a buscar su propia supervivencia por su cuenta? Dada la precariedad de su situación, incluso ante las adversidades naturales, podrán literalmente venderse al mejor postor, y quizás se hable de formar un solo bloque, pero el andamiaje es muy débil para tal opción. Y por supuesto aquí es donde entra en juego el debate mencionado al inicio de este artículo, porque si bien con el poderío naval se gana el acceso ¿dónde se da el abastecimiento de dicho poderío? Precisamente, en estas islas y de ahí su importancia.

domingo, 8 de julio de 2012

El gigante solitario


Observando someramente los artículos que he escrito desde que inicié este blog, en varios mantengo mi posición de que en este momento de la historia estamos en medio de un caos transicional de un mundo bipolar a uno multipolar (¿posiblemente hexapolar?). Sin embargo, hay un actor que aparece en la gran mayoría de artículos, y éste por supuesto es Estados Unidos, lo que daría entender implícitamente que sí estamos en un mundo unipolar. Perogrulladas, como todo lo que se nos presenta últimamente, la hegemonía estadounidense no deja de ser cierto espejismo.

Además del consabido poderío militar y económico, hay que tener en cuenta otros factores que hacen que EEUU se distinga de los demás actores del sistema internacional. Empezando por su propia historia, duélale al que le duela, Estados Unidos fue el primer Estado moderno basado en el imperio de las leyes y no de una dinastía. El hecho de diseñar un sistema político donde ningún poder pueda sobrepasar al otro, incluso el poder popular sobre los demás, fue un aire refrescante en una era de guerras dinásticas. En vez de ser una nación étnica creada por una religión o una lengua particular, se trataba de una nación cívica basada en las instituciones.

Por supuesto, de solas ideas y buen diseño no se logra ser una potencia mundial, además dichas ideas tenían un sustento en la realidad. A diferencia de la parte sur del continente, Norteamérica tenía una sensación de estar desocupada, y también ayudó que las poco numerosas tribus indígenas fueran casi aniquiladas, lo cual reforzaba ese romanticismo de un “nuevo inicio”. Además de eso, una vez reconocida la independencia estadounidense, estando Europa ocupada en sus múltiples guerras en su propio territorio, Estados Unidos fue virtualmente una isla apartada y de ahí su sentido de “excepcionalismo”. Claro que el excepcionalismo fue cruzando el atlántico, precisamente la emergente potencia aprovechó dichas guerras para asegurar su territorio en el continente (la compra de Luisiana, la guerra con México y la guerra hispano-americana).

El giro durante el siglo XX se debe a que el factor principal que protegía el aislacionismo gringo llegó a su declive: el Imperio Británico. Era el control que ejercía la Royal Navy sobre los océanos lo que mantenía la condición de isla virtual, pero éste se vio desafiado por el ingreso de Alemania al club de las potencias. Si bien la realpolitik de Theodore Roosevelt advirtió sobre este peligro, primó el idealismo propio de la experiencia personal a larga. Con esto quiero decir: al haber tenido con un éxito un modelo democrático, y en apariencia pacífico, se llegó a la suposición de que si se exportaba tal modelo se llegaría a un mundo en paz. De ahí, que incluso hoy en día se hagan esfuerzos extremos, hasta bélicos, por adaptar de cierta forma este sistema sin tener muy en cuenta las condiciones de dónde se va a adaptar.

Hoy en día, gracias a su triunfo en las dos guerras mundiales, Estados Unidos pudo mantener su condición de “isla”, y mantener en cierto modo su condición de estado excepcional, pero ahora esto juega en su contra. Porque a pesar de lo discursivo, Estados Unidos como nación adolece de lo que otras naciones adolecen, y esto es, de la necesidad de un enemigo para fortalecerse. Antes eran los alemanes, los nazis, y en su época dorada los comunistas ¿pero que les queda ahora? Es muy difícil movilizar a la gente en un ataque contra algo tan intangible o espurio como el terror, así uno de sus grandes líderes haya dicho “sólo debemos temerle al miedo”.

A pesar de haber pasado ya por su época dorada, EEUU es todavía hoy la mayor potencia militar y económica del planeta, y he ahí parte de su aislacionismo actual. No tiene contra quién medir fuerzas, otras posibles potencias prefieren establecer un liderazgo regional y no mundial, incluso dentro del continente que estableció como esfera de influencia, como lo hace ahora Brasil por ejemplo. El discurso de la libertad y la democracia se percibe ya como algo condescendiente, y vemos como por quizás sacárselos de encima, la mayoría de Estados se declaran oficialmente como democracias, aunque sus prácticas sigan siendo autoritarias y las elecciones sean una mera formalidad.

Exactamente ahí es donde puede estar la amenaza para EEUU, no tanto de afuera sino desde adentro. Las instituciones que alguna vez fueron la base de la identidad estadounidense como nación parecen irse minando lentamente, haciendo que inclusive sus mismos pobladores ya no les tengan tanta fe. Y lo que en otro momento fuese fuente de su fortaleza, el crisol multicultural, puede ser ahora otro factor en un posible colapso interno. Como bien señalan autores como Zbigniew Brzezinski, o de forma más escandalosa Samuel Huntington, hoy en día la filiación se da más hacia unas raíces étnicas (reales o imaginarias) que hacía una idea per se, además que los migrantes actuales no rompen el cordón umbilical con su tierra madre como si sucedía antes. En este caso podría pensarse en aplicar un dicho gringo: blood is thicker than water.

Con esto dicho tendríamos dos escenarios posibles para el futuro de Estados Unidos. El primero es que debido a su sobre-expansión termine fragmentándose en unidades políticas más pequeñas, tal como le sucedió al Imperio Romano en su momento (aquí sería considerar si al igual que este su espíritu se mantenga flotando en dichas unidades más pequeñas). El segundo escenario depende más de lo que suceda en el sistema internacional: si efectivamente se consolida el Bloque como unidad política máxima (caso Europa), EEUU tendrá que replegarse un poco y mostrarse más como el Bloque que contiene a todos los grupúsculos en su interior, pero dejando a un lado varios de sus históricos delirios. Pero difícil ver cómo podría mantenerse así una nación fundada en la filosofía y no tanto en la historia, aunque este escenario se ve plausible si se tiene en cuenta el sistema federal que siempre lo ha gobernado.

A fin de cuentas, si algo tienen de ciertos los mitos sobre la globalización es que el campo internacional cada vez más se asemeja a un sistema, ya que algo que afecte a una de sus partes resuena en las demás. Yo no anticipo un colapso rápido como algunos soñadores vaticinan con cierto entusiasmo -creo que no consideran que el vacío de poder que quedaría igual sería ocupado por otro ente-, más bien hago esta reflexión pensando en lapsos prolongados de tiempo. No se puede esperar que un actor que ha marcado tanta agenda simplemente desaparezca, más aún teniendo en cuenta que hasta la fecha ha sido el más poderoso en la historia. Como dijo un autor cuyo nombre lastimosamente ahora no recuerdo: “Los Estados Unidos siempre serán, los Estados Unidos”.

martes, 19 de junio de 2012

En un lugar remoto


Una vez más es temporada de cumbres en el mundo, los medios noticiosos se llenan de informes sobre los primeros mandatarios de las principales potencias globales, particularmente de los datos “picantes”, a la vez que la audiencia se llena de expectativas que no se ven cumplidas ya sea por la lentitud propia de los procesos políticos, o por una simple falta de voluntad. Aunque el muy publicitado choque en Siria no ha logrado acuerdo alguno entre las potencias, es de notar que los presidentes de Rusia, Francia y Estados Unidos mostraron un consenso frente un alto al fuego en la región de Nagorno-Karabaj.

Éste es un conflicto territorial que lleva ya 20 años desde la independencia de Armenia y Azerbaiyán de la antigua URSS. Y como en todo conflicto, es difícil establecer quién lo inició o quien tiene la razón. Lo interesante de este choque es el hecho de que se encuentre en la región del Cáucaso, una de las regiones de paso clave en el corazón euroasiático, lo que se demuestra por la cantidad ingente de distintas etnias que se encuentran ahí, como también por las fronteras actuales que delimitan al territorio. Es precisamente por estos aspectos que no se puede darle una solución rápida y sencilla -como las que gustan hoy en día- al presente conflicto en la zona (que además es uno entre muchos).

Por supuesto, la principal potencia doliente es Rusia, empezando por el hecho de que estos territorios fueron parte de su vasto imperio incluso antes de la Revolución Bolchevique. Dado que tiene a Georgia de por medio, Rusia ha optado por utilizar una estrategia distinta a la usada en las regiones secesionistas del mencionado país, es decir, pacificar con tanques propios. Aunque, ciertas declaraciones de militares rusos estacionados en Armenia no descartan una posible intervención de agravarse la situación.

Más bien, la estrategia de la Santa Madre ha sido su viejo truco de “confunde y vencerás”, ya que por un lado, como ya se vio, prolongó hace un par de años y hasta 2044 un acuerdo bilateral dedefensa con Armenia que hace parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), un amague euroasiático de contrapesar a la OTAN. Por el otro lado, Moscú sigue vendiéndole armas a Azerbaiyán, quien en un pavoneo ha mostrado armas de manufactura propia, manteniendo así las dudas y la precaución extrema en ambos lados del conflicto.

Esta maniobra por parte de los rusos podría como una especie de offshore balancing, claro está, teniendo en cuenta que Rusia es una potencia predominantemente terrestre y no naval. Es por ello que el alcance del poderío ruso, y sus maniobras se dan en sus inmediaciones, pero no por nada es el país con mayor extensión en el mundo. Con esto la potencia ártica se pondría del lado que perciba más débil para desmotivar cualquier ataque por parte de su rival, forzando la situación a una incómoda posición de tablas hasta que se dé una negociación real. Esto puede demorar, además que los resentimientos están candentes, pero una opción idealista de “libre autodeterminación” no es una opción para el gigante euroasiático, al desembocar esto en la fragmentación étnica de la parte norte del Cáucaso, la cual está aún bajo su poder.

Ahora bien, ¿qué interés podrá tener Occidente en la zona como para ponerse del lado de los rusos en este conflicto en particular? De acuerdo con este artículo, y trayendo a colación la reciente gira de la Secretaria de Estado Hillary Clinton, por lo menos a Estados Unidos le es más fácil pasarle la papa caliente a Rusia para controlar la zona, y de esa misma forma ver cómo puede tener ciertos faros no tan intrusivos en una zona que es de su interés. Recordemos el ligero distanciamiento que ha tenido con Turquía, y así mismo como Irán está a la vuelta de la esquina. En cierta forma, es una manera aún más disimulada de llevar a cabo un offshore balancing sin comprometerse demasiado.

Al parecer, las cosas se mantendrán en calma por ahora entre Azerbaiyán y Armenia, y también que no ha habido bajas sustanciales en los últimos encuentros. No obstante, que Nagorno-Karabaj nos recuerde que incluso en una porción minúscula de territorio se juegan varios de los intereses de los diversos actores del sistema internacional, y en consecuencia, la misma estructura del susodicho sistema. A veces más que en una reunión televisada de mandatarios.

lunes, 18 de junio de 2012

Mi paso por la mitad del mundo


La semana pasada me encontraba en Quito, Ecuador, presentando una ponencia en el 6to Congreso Latinoamericano deCiencia Política, como parte de una delegación de mi Universidad. La ponencia que presenté será eventualmente publicada (espero pronto), y les haré saber cuando eso suceda. Por lo pronto les compartiré mis impresiones y corroboraciones de este viaje a la Mitad del Mundo, y del congreso al que asistí.

Existe un viejo adagio, al parecer desde la época de la Gran Colombia, el cual dice que “Caracas es un cuartel, Bogotá una academia, y Quito un convento”. Ahora bien, las dos primeras aseveraciones pueden ser hoy en día controvertidas, pero de seguro la capital ecuatoriana ratifica esta fama. Desde antes de montarme al avión ya me encontraba con grupos religiosos que estaban en Colombia en algún encuentro de este tipo, y definitivamente lo más impresionante del centro histórico son las imponentes iglesias como la Basílica, o el Panecillo, que es un monumento de la Virgen María con alas. Incluso el centro comercial más elegante es el antiguo Palacio Arzobispal, y la quietud de la ciudad realmente llega a ser pasmosa.

Pero esos son detalles turísticos. Si bien la fuerte presencia religiosa puede explicar en gran escala como se ve Ecuador a sí mismo, se me hizo más impresionante aún el hecho de no sentirme tan lejos de casa. Claro, la proximidad y la historia común podrían explicar la semejanza de Quito con algunas ciudades colombianas, pero ver qué al frente del apartamento donde me alojaba había un almacén de Pintuco, en la tienda de la esquina se vendía Pony Malta, y había más de un local de Crepes & Waffles o El Corral con una asistencia considerable. Esto me lleva a pensar que tenemos aquí otro caso en que nuestro sector privado es más hábil que nuestro Estado para relacionarse con países extranjeros, esto si recordamos como aún están abiertos los casos de la Operación Fénix y las fumigaciones con glifosato. (También me di cuenta allá que en serio los colombianos somos malas personas, pero eso ya es anecdótico).

En cuanto al congreso como tal, debo decir que envidio mucho a los ecuatorianos al tener en su país una sede de Flacso, así sea sólo por tener los recursos de esta institución a la mano. Eso sí, la oportunidad de encontrarse y enfrentarse a colegas de otros países fue algo enriquecedor, además de ser un buen punto de medida para las aptitudes propias. Tristemente al evento le faltó algo de organización por parte de los anfitriones, ya que varias de las mesas no contaban con un coordinador que asignara turnos y tomara el tiempo, lo cual tuvo que hacerse bajo arbitrio de los mismos ponentes y dio para algunos malentendidos.

Por otra parte, la falta de seriedad de algunos ponentes, que no prepararon bien sus presentaciones, llevaron la informalidad al extremo, o simplemente no aparecieron, fue otro lunar del evento, así como aquellos que profirieron más un discurso proselitista, o simplemente culpan de todos sus males al “neoliberalismo” desde un discurso trasnochado y sin explicar bien sus razones.

Sin embargo, así mismo se vieron grandes ponencias que hicieron que se me movieran los pensamientos, y que lograron un buen impacto entre los asistentes. Aunque las RRII seguimos siendo la “niña fea” de la ciencia política, y algunos de los ponentes en las mesas de este campo eran institucionalistas que si acaso mencionaban política exterior, mucho de esto nos lo debemos atribuir a nosotros mismos por no ponernos serios en defender nuestro espacio. Pero aún así, yo quisiera recalcar dos ponencias dentro de este ámbito que me han generado grandes insumos intelectuales, y espero ponerme a la altura eventualmente:

Por un lado, la presentación del profesor uruguayo Wilson Fernández sobre la política exterior de Uruguay vista desde el neo-realismo, plantea buenos ejemplos de cómo los Estados pequeños aprovechan los discursos institucionales para defender sus intereses nacionales, en particular el principal de todos: sobrevivir. Por otro lado, la profesora Grace Jaramillo hizo un planteamiento teórico que mostraba que a pesar de existir un debate agencia-estructura dentro de la disciplina, los latinoamericanos no tenemos problema de pasar de un lado a otro (cosa que bien trabajado veo como una posible ventaja), cómo nos ha atascado la Teoría de la Dependencia (¡aleluya!), y la siempre imperiosa necesidad de crear una teoría propia para nuestra región.

Me llevo de Ecuador muchas reflexiones y nuevas visiones que me eran muy necesarias luego de cierto tiempo de encierro. El próximo encuentro será acá en Bogotá, y desde ya estoy trabajando para avanzar no sólo mi causa, sino darle la vuelta a ciertas cosas que parecen obstáculos pero no lo son. Gracias Ecuador por recargar mis energías, ya vengo de nuevo a darle con toda a este blog.

(A los que esperaban fotos mías les recuerdo que no soy muy adepto a las cámaras)

viernes, 8 de junio de 2012

Reflexión sobre la globalización


Hace unos días me pidieron que realizara una reflexión sobre la globalización, para poder clasificar como monitor de esta materia. He aquí el resultado, como siempre muy teórico de mi parte, que lo disfruten:

Cada vez que se habla de globalización, pareciese que se hace referencia a grandes corporaciones, protestas en varias ciudades del mundo (predominantemente las de países occidentales industrializados), y se muestra alguna tribu remota. Esto por lo menos en cuanto a imágenes, mientras que los comentarios sobre la globalización habitualmente la presentan como un fenómeno netamente económico, e incluso documentos académicos han tomado esta línea de argumentación.

Esta subordinación de los fenómenos sociales al campo económico pareciese ser la máxima de los tiempos actuales. Tanto es así, que si bien por un lado se considera que todo está sujeto a las leyes de la oferta y la demanda, por el otro todas las grandes decisiones se dan basadas en fundamentos económicos. Podría decirse que es la victoria de la concepción del homo oeconomicus.

No obstante, al desconocer otros aspectos de las relaciones sociales, y por lo tanto de las Relaciones Internacionales, es difícil observar lo que sucede “tras bastidores” de esta retórica económica. Es por ello, que este documento estará principalmente basado en la teoría transformalista de la globalización, la cual sostiene que dicho fenómeno produce cambios en todos los aspectos sociales: política, instituciones, economía, gobernabilidad, etc. (Martin, 2002, p. 48).
Esto se visibiliza desde la última declaración del “Fin de la historia”[1] una vez terminada la Guerra Fría, donde cundió el optimismo por la victoria de los valores occidentales sobre los soviéticos, pero a la vez salieron a flote varios procesos que anteriormente eran obviados al estar la atención puesta en el choque entre las dos superpotencias (Huntington, 2005, p. 23). El principal de estos procesos es la percibida erosión de la figura del Estado-Nación, y la creciente nebulosidad de los asuntos internos y externos (Martin, 2002, p. 50).

Entonces vale la pena preguntarse ¿qué viene después? Es difícil imaginarse con las tendencias actuales que realmente se dé una sociedad global con una autoridad central difusa o ninguna autoridad. Esto si se tiene en cuenta el hecho de que la seguridad y las amenazas parten de supuestos más intangibles desde el 9/11 y las condenas al terrorismo, además, la presencia de otro tipo de redes criminales como el crimen organizado, permite pensar que los individuos de todos modos van a buscar alguna forma de orden y protección. Precisamente se descarta la posibilidad de que se dé ese gobierno mundial, porque como bien lo explica el psicoanálisis, los seres humanos buscan asociarse para protegerse unos a otros, pero así mismo sienten una aversión mutua que hace que las comunidades políticas sean limitadas (Schuett, 2010, p. 144).

Así entonces, se podría dar una nueva forma de comunidad política luego del declive del Estado-Nación, que se adapte mejor a los procesos que se vienen dando dentro de la globalización. De hecho, visto desde una perspectiva académica, el reto está ahora en comprender cómo se darán las interacciones de poder entre estas nuevas comunidades políticas, ya que “nada milita en la posición realista contra la suposición de que la división del mundo político actual […] sea remplazado por unidades con un carácter bastante diferente, más en pro de mantener las potencialidades técnicas y requerimientos morales del mundo contemporáneo” (Morgenthau, 1961, p. 10). En ese espíritu académico, se podrían designar a estas comunidades políticas como Unidades Políticas Máximas (UPM).

Un posible atisbo de lo que serían estas nuevas UPM es uno de los estandartes más visibles de la globalización, la Unión Europea. El hecho de que varios Estados-Nación fundan sus intereses en una sola institución que los represente ante el sistema internacional, es un indicio bastante relevante de la consolidación de la nueva UPM. En esa misma línea de ideas, el hecho de que esta unión se haya dado bajo lineamientos económicos es una muestra de cómo la economía ha ocupado toda la atención como se denunció al inicio, y de cómo detrás de ésta hay motivaciones de poder.

Ya desde antes del colapso de la Unión Soviética, Edward Luttwak (1998) advertía cómo las relaciones comerciales a inicios de la década de 1990 muestran características propias de una lógica de guerra, al quedar relegado a un segundo plano el poderío militar (p. 125). Esta visión que él llama geoeconomía, puede considerarse el instrumento principal que tienen desde ya las nuevas UPM como medio de interacción de poder. Baste ver como la “Tragedia Griega”, una crisis de carácter económico, ha dado pie a la promoción de medidas que le restan poder y soberanía a los Estados-Nación europeos, mientras en un curioso balance de poder aumenta el de la UE.

Y este empleo de la geoeconomía no se limita al Viejo Continente. El impulso comercial chino, las competencias por devaluar las principales monedas, la difusión de Tratados de Libre Comercio cuyas negociaciones no siempre parten de un principio de igualdad, y otros eventos que en principio ocupan la sección económica de los medios noticiosos requieren de un análisis más fino que un simple intercambio de bienes escasos. La pérdida de territorialidad hace que las diversas políticas y crisis económicas sean aprovechadas dentro de la globalización por aquellos que buscan ganar poder por métodos distintos a las tradicionales conquistas militares de antaño.

Finalmente, tomando en cuenta el factor social de la globalización, este también ha sufrido varias modificaciones debido a la aparición nuevos recursos y nuevas identidades. Desde la Guerra de los Balcanes, a la serie de movilizaciones a las que se les llamó la Primavera Árabe, pasando por el genocidio en Ruanda, todos estos sucesos tuvieron su base en la identificación con algún grupo étnico, y la difusión de ellos se ha dado gracias a los avances en tecnología de telecomunicación.

Bosnios, hutus, chiís y demás etnias ratifican la premisa de que “en el mundo de la post-guerra fría, las distinciones más importantes entre los pueblos no son ideológicas, políticas ni económicas; son culturales” (Huntington, 2005, p. 22). Esto sumado a la alta difusión lograda por el internet, más el tráfico humano legal o ilegal, contribuye al proceso de desterritorialización mencionado anteriormente. Al tener mayor fidelidad con una etnia o una cultura (real o inventada en algunos casos), los individuos ya no se identifican con una zona geográfica delimitada sino con un concepto intangible, haciendo que ciertos límites políticos sean meras formalidades.

En suma, en este periodo de transición al que se le ha denominado “Globalización”, presenta por lo menos tres desafíos puntuales: la creación de nuevas UPM, y su posible desenvolvimiento en el escenario internacional; el uso de la economía como un instrumento (o arma) para adquirir poder; y las alianzas culturales transfronterizas. En sí, todo el fenómeno es un reto para ser analizado, y que para tal fin debe verse más allá de sus mareantes imágenes.

REFERENCIAS

Huntington, Samuel P. (2005). El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial (1ra ed.). España: Paidós.
Kissinger, Henry. (2001). La diplomacia (2da ed.). México, DF: Fondo de Cultura Económica.
Luttwak, Edward N. (1998). From Geopolitics to Geo-Economics: Logic of Conflict, Grammar of Commerce. The Geopolitics Reader (1ra ed., pp. 125 – 130). Nueva York: Routledge.
Martin, Carlos D. (2002). Las transformaciones del escenario internacional. Fasoc, 17(Enero - Febrero), 43 – 58.
Morgenthau, Hans J. (1961). Politics Among Nations. The struggle for power and peace (3ra ed.). Nueva York: Alfred A. Knopf Inc.
Schuett, Robert. (2010). Political Realism, Freud and Human Nature in International Relations. The Resurrection of the Realist Man (1ra ed.). Nueva York: Palgrave McMillan.



[1] Ya antes está declaración había sido hecha por los presidentes estadounidenses Woodrow Wilson y Franklin D. Roosevelt en otros procesos de cambio histórico (Kissinger, 2001, p. 401)

sábado, 12 de mayo de 2012

El interés nacional y la identidad*

*Ya era hora que les presentara alguno de mis trabajos universitarios como solía hacer en mi blog anterior. En este caso me pusieron como condiciones tratar ciertos enfoques teóricos y ciertas lecturas de clase, no obstante creo que logré una vez más acomodar estos no sólo a mi teoría predilecta (y la central a este blog), sino a mi visión particular de las cosas ¿Qué piensan ustedes?

A lo largo de la literatura e investigación en el área de las Relaciones Internacionales se habla del interés nacional, particularmente dentro de la teoría del Realismo y sus varias subdivisiones. Así a grandes rasgos, teóricos clásicos como Hans Morgenthau y Raymond Aron hablan de la acumulación de poder o la supervivencia como el interés nacional de los Estados, aspectos que retomaría Kenneth Waltz en su postulación estructural del neo-realismo.
No obstante, estos términos pueden ser vagos, y si bien pueden explicar qué es lo que hacen los Estados en el sistema internacional, no nos dan buenos referentes de cómo lo hacen. Así por ejemplo en pro de la supervivencia vemos la creación de alianzas entre ciertos Estados específicos, como también acuerdos comerciales y/o diplomáticos, mientras que en otros casos se recurre a la tensión, disuasión o hasta la guerra. ¿Por qué con unos Estados deciden asociarse entre sí, mientras otros luchan entre ellos para aumentar su poder y sobrevivir?
Se podría avanzar aún más esta pregunta al notar que, por ejemplo, Estados Unidos avanza sus intereses en nombre de la libertad y la democracia, Alemania y otros estados europeos en nombre del bienestar civil, Irán basa sus acciones en la doctrina Islámica, y Colombia cambia de política exterior con cada cambio presidencial. Es decir, cada Estado parece presentar o ser percibido con cierto tipo de mejor identidad cuando articula su interés nacional, haciendo que se pueda especificar de una manera mejor que un simple concurso de supervivencia o acumulación de poder.
Por lo tanto, y teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente, me propongo argumentar en este trabajo que el interés nacional de un Estado es construido por una identidad nacional, que a su vez responde a la cultura política imperante y tiene una imagen sexuada. Para tal fin me basaré en las teorías sobre cultura política, en la teoría feminista, y en el constructivismo como teoría transversal.
Por un lado, los ejemplos de acción esbozados y las distintas imágenes de algunos Estados que se presentaron en la introducción de este documento, nos muestran que en el sistema internacional no se dan respuestas homogéneas y predecibles, sino al contrario, que existen diversas interpretaciones posibles ante una misma situación o escenario (Dessler & Owen, 2005: 598). Por lo tanto, para poder comprender mejor uno a uno estos casos, es necesario entender cómo se da la identidad de un Estado antes de que éste interactúe con otros, es decir, ver cómo se presenta un Estado a sí mismo.
De esta forma, según Alexander Wendt (1992), lo único que le queda a los Estados para construir su identidad si se les extrae de la interacción con otros Estados es: su aparato organizacional de gobierno, y la preservación o supervivencia de este substrato (aunque no siempre de manera agresiva) (402). De ahí la importancia de tomar en cuenta la cultura política de un determinado Estado, por cuanto le es favorable a éste que su sistema político sea congruente con la cultura política en su interior, al estar en línea con el conocimiento político y el afecto de su población (Almond & Verba, 1992: 185).
En ese orden de ideas, es posible que podamos dilucidar los intereses nacionales de un Estado al establecer la cultura política dentro de éste. Para tal fin, se hace necesario conocer el componente histórico de cada Estado en particular, al darse ahí el proceso de construcción paulatina de la cultura política (Heras, 2002: 189). En aras de evidenciar esto, podemos observar algunos casos particulares, como los sugieren Dessler & Owen (2005: 599), con los cuales podemos establecer la relación.
Un ejemplo bastante visible en la actualidad, es el caso de Estados Unidos. Desde sus inicios, la potencia norteamericana se ha mostrado como el bastión de la libertad y la democracia. Precisamente, la proyección de los intereses nacionales estadounidenses ha estado enmarcada desde un discurso de protección de “El Mundo Libre”, tanto en la escogencia de sus principales aliados, como de sus principales enemigos.
Por lo tanto, vemos como uno de los principales aliados de Estados Unidos es su otrora potencia colonial, el Reino Unido (otra democracia), al igual que otros Estados con regímenes y culturas políticas similares o congruentes. Esto refuerza la idea kantiana de que la paz sólo se puede lograr entre Estados democráticos, a la que se adhieren insistentemente teóricos internacionalistas liberales como Michael Doyle (1983), y cuya versión más agresiva se identifica con la doctrina neoconservadora (Boot, 2004: 24).
Posiblemente, el fallo de Doyle y otros liberales consiste en no identificar que el interés de los Estados autoritarios es mantener su régimen tanto de amenazas internas como externas (Clark, 2001:95), y por ello no exista tanta paz entre ellos como entre los Estados democráticos. Es más, los Estados autoritarios pareciesen ser la personificación extrema de una cultura política particular, que bien podría catalogarse como parroquial de súbdito, ejemplificada por Almond & Verba (1992: 187 – 188), donde se busca más una preservación cultural que una proyección.
Ejemplos visibles y sonoros de la relación entre este tipo de cultura política y los intereses nacionales podrían ser los Estados africanos. Casos como Malí o Sudán, donde se da un secesionismo y construcción de nuevos Estados basados en líneas tribales o religiosas, o choques entre tribus como Ruanda que responden a un modelo parroquial (Almond & Verba, 1992: 181). De hecho, un caso como el ruandés podría verse como el intento de dos culturas en choque en la cual uno de los trofeos es el armazón del Estado, y ambas tribus recibían apoyos de Estados donde gobernaban miembros de algunas de las dos.
Así entonces, podemos ver como los medios de supervivencia dentro del sistema internacional, como también los intereses que en pro de esa supervivencia, están mediados por la cultura específica de cada Estado, o de cada colectividad que aspira a ser un actor internacional, como en los casos africanos. De ahí, que se den intereses en pugna entre distintos Estados, sobre todo en los casos donde tengan culturas incongruentes y/o incompatibles. En especial durante estos tiempos, donde varias de las potencias buscan lograr el objetivo de la paz perpetua, pero sin tener en cuenta la lentitud de los cambios culturales y por eso “los hombres no pueden hacerse democráticos por decreto” (Heras, 2002: 189).
Por otro lado, también hay que mirar los Estados hacia afuera y su interacción con los demás Estados, debido a que la otra parte de la identidad de éstos, y por lo tanto de sus intereses, se da a partir de la interacción (Wendt, 1992: 406). Lo llamativo con este tipo de construcciones de identidad, es que podríamos identificar en determinados discursos ciertas identidades sexuadas[1], dependiendo de la conveniencia o necesidad del momento.
Así por un lado, en momentos históricos donde los intereses nacionales han llevado a los Estados a posiciones belicosas, o por lo menos a demostrar fortaleza, se utiliza un discurso que representa al Estado como un ente con un fuerte componente masculino. Es necesario aclarar en este instante, que con masculino hacemos referencia a la imagen predominante occidental de una masculinidad viril y violenta, la cual usa la violencia para reafirmarse (Blair & Londoño, 2003: 34).
Encontramos así, varios ejemplos lingüísticos de esta representación, principalmente en Occidente, donde el vínculo militar con el Estado tiene este tipo de componente masculino. Desde el griego patris, palabra que viene de “padre” y de la cual se desprende el latín patria que da origen a esa palabra en varios de los idiomas romances, como también la concepción germánica del Vaterland, Vaderland o Fädernesland (es curioso notar aquí como varios países latinoamericanos se refieren a su antigua potencia colonial como “La Madre Patria”).
Una revisión de algunos himnos nacionales nos puede dar luces al respecto de este vínculo viril y guerrero, como por ejemplo México: ¡Guerra, guerra sin tregua al que intente De la patria manchar los blasones! ¡Guerra, guerra! Los patrios pendones En las olas de sangre empapad. También podríamos revisar entonces a unos de los Estados cuya antigua belicosidad aún reverbera en nuestros días, ya que desde su época imperial hasta 1945, las marchas militares alemanas hacen varios llamados a su Vaterland (National Socialist Military Marches, s.f.).
No obstante, la identidad del Estado también puede ser femenina, y en estos casos las imágenes que se crean tienen que ver con el aspecto maternal de este género. Específicamente se nota una reproducción del mito de las “almas bellas”, en el cual las mujeres son “víctimas de violencia mas no actoras de la misma” (Blair & Londoño, 2003: 41). Así bajo esta línea, la concepción femenina del Estado surge cuando este necesita ser defendido de amenazas externas, o justificar su incursión contra sus enemigos, ya que un “alma bella” es sólo una víctima inocente de los aconteceres en el sistema internacional.
Así como el poeta inglés G.K. Chesterton declaraba: “'My country, right or wrong' is a thing no patriot would ever think of saying except in a desperate case. It is like saying 'My mother, drunk or sober.'” (Mother Country Quotes, s.f.) (‘Mi país bien o mal’ es algo que ningún patriota consideraría decir excepto en un caso desesperado. Es como decir ‘mi madre, borracha o sobria’), así mismo se ha propagado la idea de que el Estado del que se es originario es un ser al que debe protegérsele, así éste no sea perfecto.


Imagen de la Madre Patria Rusa
Más diciente aún es el hecho de que en Rusia, país asolado por varias invasiones que sin embargo logra resistir, sus habitantes se refieran a ella como Rodina, palabra que proviene del verbo rodit (dar a luz). En particular esta imagen fue explotada por el régimen soviético, cuya manifestación más visible es la estatua del Llamado de la Madre Patria en Volgogrado, la cual conmemora la batalla de Estalingrado. Por otra parte, una imagen que muestran los Estados Unidos al resto del sistema internacional, también es una estatua de figura femenina, en este caso la Estatua de la Libertad.
Estatua de la Libertad en Nueva York
Precisamente estas imágenes refuerzan el discurso de que las intenciones, y por lo tanto los intereses de dichos Estados son pacíficas, al recurrir a la creencia de la benevolencia innata de las mujeres y de su naturaleza ajena a la guerra (Blair & Londoño, 2003: 47) (esto a pesar de las posturas desafiantes de las estatuas mencionadas). Así pueden justificar estos Estados -que a la vez son o han sido superpotencias- sus acciones en el campo internacional, logrando hacer que sus oponentes sean vistos como los ofensivos y contrarios a la paz.
En suma, hemos podido notar brevemente en esta reseña que la forma, o las formas, en que los Estados llevan a cabo su interés por sobrevivir, el principal interés según varios autores realistas, varía de acuerdo a la cultura política de cada Estado y se presenta bajo una imagen sexuada. Así por ejemplo, si un Estado responde a una cultura política democrática –liberal o popular- es probable que intente expandir su modelo de Estado bajo una figura femenina, mientras que uno autoritario buscará evitar las interferencias externas desde una figura de virilidad; aunque esto no necesariamente constituye una regla.
La intención aquí no es refutar los principios del Realismo, sino complementarlos y darles más sustancia, contribuyendo a la vez al diálogo entre racionalismo y constructivismo, que adelantan autores como Sandra Borda y Samuel Barkin.
REFERENCIAS
Alexander Wendt. (1992). Anarchy is what states make of it. Intenrational Organization, 46(2), 391 – 425.
David Dessler, & John Owen. (2005). Constructivism and the Problem of Explanation: A Review Article. Perspectives on Politics, 3(3), 597 – 610.
E. Blair, & L. Londoño. (2003). Mujeres en Tiempo de Guerra. Universidad de Antioquia.
John F. Clark. (2001). Realism, Neo-Realism and Africa’s International Relations in the Post-Cold War Era. Africa’s Challenge to International Relations Theory (1ra ed., pp. 85 – 102). Nueva York: Palgrave McMillan.
Leticia Heras Gómez. (2002). Cultura Política: el estado del arte contemporáneo. Reflexión Política, (8), 181 – 191.
Max Boot. (2004). Neocons. Foreign Policy, (140), 20 – 28.
Mother Country Quotes. (s. f.). Recuperado a partir de http://thinkexist.com/quotes/with/keyword/mother_country/
Nationalist Socialist Military Marches. (s. f.). Recuperado a partir de http://www.nazi.org.uk/multimedia.htm
Siba N. Grovogui. (2001). Sovereignty in Africa: Quasi-Statehood and Other Myths in International Theory. Africa’s Challenge to International Relations Theory (1ra ed., pp. 29 – 45). Nueva York: Palgrave McMillan.



[1] Aquí hago referencia al sexo y no al género debido a que al ser construcciones sociales los Estados no presentan componentes biológicos que les den tales distinciones, así que en este caso en particular sexo y género serían equivalentes.

viernes, 4 de mayo de 2012

Europa extrema


El auge de la Unión Europea ha sido posiblemente el mayor símbolo del optimismo post-1991, donde se empezó a unificar el mundo y a materializar el concepto de la seguridad civil. De hecho, también se sintió superada toda la vieja historia de guerras entre las distintas organizaciones políticas europeas, y que efectivamente la economía desplazó a la política como la gran reguladora de las actividades humanas a gran escala (ilusión óptica cuyos efectos aún permean las acciones y análisis de este tipo).

Hoy en día, cuando la luna de miel parece terminada en el Viejo Continente, a causa de la economía ni más ni menos, varios de los reclamos que se oyen tienen que ver con el pedido de una mayor voluntad política por parte de los líderes de la UE. Por otra parte pero ligado a ello, también está el temor latente de la reaparición de viejos fantasmas que se creían superados, pero que cada vez cobran más visibilidad. Me refiero a la reaparición de grupos de derecha radical o extrema, o las acciones llevadas a cabo por individuos bajo estas tendencias, como el 18% que obtuvo el Front National con Marinne Le Pen en las pasadas elecciones francesas, o los crímenes perpetrados por Anders Breivik en Noruega.

Antes de meterme de lleno en los temas sobre política internacional, tenía el interés de dedicarme exclusivamente a la teoría política. Dentro de este campo, siempre me ha llamado mucho la atención el lado derecho del espectro político, gusto que para poderlo explicar me tocaría equipararlo con la afición que tienen ciertas personas por las películas de terror y gore. Además, esto me ha traído cierto plus frente a la mayoría de mis compañeros en este campo, ya que prefieren investigar los movimientos sociales de corte izquierdista y/o postmoderno. En este orden de ideas, me parece interesante hacerle un seguimiento a estos grupos, y los impactos que puedan tener en el sistema internacional.

En primer lugar, vale aclarar aquí que no se trata de un resurgimiento de lo que Duverger llamó partidos de masas, que aparecieron a principios del siglo pasado. Es verdad que algunos de estos nuevos partidos extremos muestran simpatías con el fascismo y el nazismo, o se declaran abiertamente neo-nazis o neo-fascistas (sobre todo en Europa Oriental), y sí existen algunos enclaves de este tipo que actúan como entes para-estatales. Pero por otro lado, aquellos que son  más influyentes y se encuentran en Estados clave, bien podría considerárseles una nueva extrema derecha, al haber acomodado su discurso a las nuevas realidades de la política actual (en parte para ganar más popularidad), y presentar algunas particularidades que los distancian de sus predecesores.

De hecho, en este documento que los clasificó como Partidos Extremo-Populistas, PEP (y en el cual he basado buena parte de mi investigación), se puede vislumbrar que una buena parte de ellos tiene un discurso liberal, o incluso neo-liberal, a pesar de las posiciones contrarias al multiculturalismo, y por ahí de paso, a la inmigración, por ello es una posición que yo calificaría como ‘Ultra-liberal’. Precisamente, el discurso contra el multiculturalismo se basa en que éste socava la tradición liberal -tanto social como económica- lograda por Europa, al admitir en su seno culturas contrarias a esta como el Islam o los Roma, como argumentan el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) o el Partido por la Libertad (PVV) en Países Bajos.

No obstante, como su categorización bien lo indica, el eje transversal de los PEP es su carácter populista, y vale aclarar en esta parte que el populismo no es en sí una ideología política sino una práctica política. Según la caracterización hecha por Alain Touraine, el populismo busca proteger una continuidad sociocultural de influencias extranjeras, posee un corte anti-elitista e incluso anti-intelectual, y además busca reactivar un pueblo definido por su esencia y el cual no es una clase sino una comunidad. Precisamente, los PEP han logrado captar el apoyo de sectores de clase media-bajo u obrera de sus respectivos países, quienes temen el colapso de la seguridad civil lograda en Europa tras las guerras. Bien podría pensarse aquí que el liberalismo de algunos de estos partidos no es más que una versión del liberalismo hegeliano -la libertad de la nación y no tanto la del individuo- con esteroides.

Y el rasgo distintivo del populismo de los PEP en cuanto a su anti-elitismo, es la presencia en todos ellos de un marcado euro-escepticismo. Varios de los gobiernos que conforman la UE han tenido que contar con el apoyo de los PEP para poder formar una coalición, y ahora que la solución acordada ha sido un paquete de medidas de austeridad, los PEP se han encargado de hacer colapsar sus respectivos gobiernos por el temor de perder los beneficios de sus votantes, siendo más notorio el caso neerlandés con el PVV.

Y es aquí donde veo yo la conexión con las Relaciones Internacionales. La creciente popularidad de los PEP dentro los Estados de la UE, puede hacer que esta organización internacional termine de colapsar, y en vez de que veamos un nuevo fenómeno en la forma del bloque, tengamos un retroceso a una estructura de Estados ni siquiera decimonónica sino westfaliana. Dudo mucho que se formen los PEP en bloque y aprovechen la infraestructura de la UE para revivir los demonios del siglo XX, debido a que estos partidos han mostrado un carácter más introspectivo y no expansivo como el de sus antecesores. No creo que suceda, o por lo menos no por el momento.

Por otra parte, pueda que Breivik haya sido un lobo solitario en sus acciones, y que varios líderes de los PEP lo hayan repudiado en los medios; pero no se puede descartar de forma tan simple los sentimientos e ideas que motivan este tipo de acciones. Si bien los PEP se mantienen dentro de la legalidad de sus respectivos Estados, el creciente descontento puede llevar a otras manifestaciones violentas y apoyos soterrados, que podrían lograr que la UE colapse no de forma institucional, sino de forma violenta.

Entre más cambian las cosas, más permanecen iguales. Si bien existen similitudes con eventos anteriores en la historia, es necesario también identificar la adaptación de estos fenómenos a las circunstancias actuales. Si bien soy de los que afirma la noción de un regreso al mundo multipolar anterior a la Guerra Fría, tampoco se puede decir que volvamos con las antiguas características, y hay que estar pendiente de las nuevas tendencias que surgen. Así, una vez más Europa nos mostrará si crea una nueva forma de Unidad Política Máxima, o veremos la versión 2.0 de una forma antigua.

domingo, 22 de abril de 2012

Frialdad asiática


Si no se ha caído en cuenta de que la autosatisfacción de la post-guerra fría ya no tiene mayor sustento lógico, debe ser porque aún se guarda una tenue esperanza. Pero luego del fallido lanzamiento norcoreano, una vez revivimos los gélidos temores al ver que India tuvo una prueba exitosa con el misil nuclear de largo alcance Agni-V. Ya no es sólo su principal rival, Pakistán, quien debe preocuparse por el poderío nuclear de su vecino, ya que este tipo de misil lograría llegar hasta Europa Oriental, y más preocupante aún, buena parte del territorio chino.

A pesar de la supuesta integración de los BRICS, que lo único que los une es el interés por subvertir la hegemonía occidental dentro del sistema internacional, el temor es que se revivan viejas confrontaciones territoriales entre los gigantes asiáticos, además de aquella por el control de la hegemonía regional. Pero una vez más, seré yo quien diga que no vale la pena tanto alboroto, aunque es necesario estar pendientes de este tipo de avances. A la hora del té (chiste intencionado), India simplemente está respondiendo al viejo principio de balance de poder.

India podrá haber desarrollado este tipo de misiles, pero aún está colgada en este respecto frente a sus dos rivales. Los misiles Agni-V no serán incorporados en el arsenal indio sino dentro de un par de años, y su capacidad de vuelo es todavía dudosa [1]. De aquí se podría inferir entonces, que si India ha llegado a tener la capacidad para un primer ataque, o en otro caso, capacidad de retaliación ante un primer ataque, se pone en duda su capacidad para un segundo ataque o una continuación, lo cual la sigue dejando en una posición débil ante un choque nuclear.

No por nada, China se ha manifestado de forma despectiva, o por lo menos deferente, ante este logro de la balística nuclear india. No sólo aduce a la precariedad de estos misiles, sino al hecho de que India no tiene cómo respaldar estos ataques con otro tipo de material bélico, porque contrario a lo que se piense, no basta únicamente con armas de alto nivel destructivo sino hay como controlar ese territorio. De hecho, India ha intentado corregir este defecto al aumentar su presupuesto para defensa, precisamente preocupada por el aumento de gasto en ese campo por parte del Reino Medio.

En este nuevo gasto, parece que India le apuesta a ser una potencia naval, lo cual parece será relevante en la pugna asiática si se tienen en cuenta las tensiones por el Mar de China Meridional. No por nada, China también le apuesta a la creación de una armada naval más fuerte, aunque bajo serias dudas. Acá también debe resaltarse el hecho de que China es una potencia terrestre, y aunque persiste el debate, después de la larga influencia anglosajona en el sistema internacional se mantiene la idea de que es más fuerte el poder naval. Por lo tanto, no se descarta la idea de que India busque cercar por mar a la ya rodeada China.

Fuera de eso, en el campo del soft power, China bien podría estar “cañando” al despreciar los avances nucleares de su rival sureño. Porque contrario a lo que podría suponerse con su vertiginoso ascenso, China aún despierta desconfianza en la región, y mantiene a su interior las relaciones de desconfianza frente a sus vecinos. Por lo tanto, India puede ganar adeptos al mostrar una cara diplomática más amable, y también cercar por ahí al objeto de sus temores, tanto dentro como fuera del continente.

En suma, este lanzamiento no es preocupante… por ahora. La lógica del balance de poder despierta obvios temores de una escalada asimétrica, y no se puede pensar que China aceptará pasivamente estos retos. Acá cabe esperar que se dé el patrón existente sobre las escaladas nucleares, donde estas armas confieren más el poder de una verdadera no intervención, y no tanto el crecimiento de impulsos guerreristas. Por lo tanto, hoy es un buen momento para repasar todos nuestros libros de Kahn y Schelling de la Guerra Fría, para poder así comprender mejor entender las relaciones en Oriente Lejano.

sábado, 21 de abril de 2012

Cristina Perón, geoeconomía y nuevos bloques


Ya ha pasado una semana desde la Cumbre de las Américas, y desde entonces se ha hablado más de prostitución y palabrería que de las posibles consecuencias del evento (razón por la cual hice esta breve reseña en un medio asociado). Sin embargo, algo que pasó por los costados en la pasada reunión de mandatarios fueron los ya cansados reclamos de Argentina sobre las Falklands que no tuvieron mayor eco, pero esto no detuvo los impulsos nacionalistas de Cristina Fernández (de Kirchner por supuesto).

Ya ha resonado bastante la noticia sobre la expropiación de las acciones de la compañía española Repsol en la petrolera argentina YPF. Muy en línea con el espíritu de la época, esta medida se ha tratado principalmente desde un punto de vista económico, y por esta línea han ido los reclamos contra ella. Es más, hoy en día los choques entre Estados ya no se dan tanto a los golpes físicos, sino a los golpes económicos, y aquí se puede presentar lo que podría considerarse una batalla geoeconómica. Pero, no por ello hay que olvidar el hecho de que la economía es sólo instrumento del poder, y por lo tanto detrás de esto hay decisiones políticas.

En principio, se debe tener en cuenta que no es una simple retórica vacía el acusar este hecho como una acción populista de la presidenta argentina. Esto lo digo porque a pesar de que el fantasma de Perón ha recorrido todos los gobiernos argentinos posteriores a su mandato, es en el gobierno de Fernández donde más se evidencia el por qué su mentor es considerado caso insignia del estudio sobre la práctica populista. El carácter masivo, el personalismo (así sea por su difunto marido), y en particular la política de “nosotros contra ellos”, son rasgos claros y distintivos del actual gobierno argentino.

Sumado a esto, como bien lo relata Sergio Berensztein en este artículo, Argentina sufre de una acentuada debilidad institucional que permite la creación de presidencialismos desbordados, y que a pesar del reciente auge económico, la economía sigue siendo el punto de quiebre para este país. Por ello no sorprende que luego de la expropiación el 49% de las acciones de YPF pasen a manos de las provincias, de seguro para calmar posibles disensos dentro del Estado federal. Esto puede parecer más racional que el inflamado discurso nacionalista de recuperar una de las insignias del “pueblo argentino”, aunque esto no sólo calmó y alegró a las masas a pesar del mal manejo de la política energética por parte de Fernández, y el hecho de que se considere que Argentina se clava el puñal espantando al principal inversionista del país [1].

Este hecho, aunado con el declive de la economía argentina y las recientes sanciones, España ya busca como cercar económicamente a Argentina en retaliación por la expropiación, aunque ahora es víctima de los inventos del institucionalismo internacional, al no poder tomar acción directa debido a los acuerdos de la OMC [2]. No obstante, ya se han tomado medidas en contra de Argentina, como la degradación de la calificación Moody’s de la deuda que posee YPF, o la demanda de Repsol por US$10,5 billones por indemnización. Así mismo, España ya ha hecho lobby dentro de la Unión Europea para hacerle encerrona a Argentina, y esta OIG ya ha determinado suspender sus conversaciones con Mercosur.

Pero pensar que Argentina está sola sería un craso error. Ya la Mercosur (y por lo tanto Brasil) ya afirmó que esto compete a la soberanía de Argentina, y por lo tanto no afecta su relación con la UE. Es más, Uruguay en particular como buen Estado tapón busca mantener su supervivencia reintegrando a Mercosur, y mediar las pasadas diferencias de los dos gigantes que lo rodean. Por otra parte, si bien países de perfil comercial como México y Chile (quien podría salir ganando de todo esto) han criticado la medida al tener ellos acciones en Repsol, Chávez ha mostrado un fuerte espaldarazo y se espera que Ecuador haga lo mismo, aunque Bolivia se muestra neutral debido a la presencia de la compañía española en sus campos petroleros [3].

Creería yo que Argentina tiene derecho como Estado a realizar este tipo de acciones, pero considero que le iría mejor navegando a su mejor beneficio que yendo contracorriente. De hecho, no sé qué tan bueno sea para el argentino de a pie esta nacionalización dado el historial del actual gobierno. No obstante, acá en Latinoamérica hemos visto de un tiempo para acá como el llamado híper-presidencialismo ha cobrado bastante auge, y parece construir un nuevo bloque que está logrando causar cierta desestabilización del sistema, y que pocos vieron venir.

Así por lo tanto, se pueden ir conformando dos bloques que no se van a ver a los ojos, y posiblemente se desafíen mutuamente. Por un lado aquellos que aún buscan hacer que la globalización de modelo kantiano funcione, y aquellos que buscan alguna especie de autarquía en tiempos donde la interdependecia se ha fortalecido. Veremos si estas escaramuzas económicas forman una escalada hasta llegar a sanciones más graves y/o bloqueos, o se apaciguan las cosas hasta un nuevo arranque de populismo.

miércoles, 4 de abril de 2012

Ruido negro


La verdad sea dicha, a África la podrán llamar el Continente Negro o el Continente Olvidado, pero cada vez que uno se acerca a ella lo que percibe es un ruido blanco que aturde a más de uno. Empezando porque el proceso de descolonización ha sido un proceso bastante complejo, en especial por el hecho de que las divisiones coloniales que actualmente son las fronteras de los estados africanos, no tuvieron en cuenta las divisiones tribales existentes. Peor aún, varias de estas tribus son nómadas o no tienen una territorialidad definida, lo cual hace que cualquier choque inter-tribal sacuda a buena parte de la región, pero no sea claro dónde.

Fuera de eso, mucha de la literatura que se acerca al tema suele tener un enfoque “crítico”, que si bien se encuentran piezas claves que explican los fenómenos africanos, muchos caen en el activismo irredento y en lo panfletario. No obstante, concuerdo en que muchas de las teorías y paradigmas occidentales no retratan bien del todo los temas de este continente. Pero leyendo un libro que aborda precisamente el reto que impone África sobre la teoría convencional, encontré que si nos vamos a lineamientos más generales, y en particular sus influencias clásicas y/o no occidentales, podremos explicar mejor ciertos aspectos en estos casos.

Por su puesto, si me voy por el realismo más refinado y estatocéntrico no voy a lograr mucho con un continente que en su mayoría está conformado por estados hechos a las malas, cuasi-estados y estados fallidos. Acá hay que tomar en cuenta el concepto de las Unidades Políticas Máximas, que son el verdadero objeto de estudio de la política internacional -no siempre han sido los estados- y ver cuáles son efectivamente las que juegan en África. Así mismo, podemos ver que estas Unidades también se encuentran en una lucha de intereses, ejemplificando la anarquía internacional de este continente de la forma más cruenta.

Tomando una vez más como referencia al libro aludido, al parecer una constante que existe en los estados africanos, o más bien, de sus gobernantes, es mantener el régimen en que se encuentran, sea este democrático, autoritario o híbrido, a como dé lugar. Y cuatro suelen ser las amenazas a estos regímenes: grupos disidentes, las mismas fuerzas militares, otros estados africanos o potencias externas. Y recientemente, ningún estado africano ejemplifica esto mejor que Malí (sí, los mismos a los que les ganamos en el mundial sub-20), cuyo presidente, Amadou Toumani Touré, fue depuesto por golpistas militares el 22 de marzo pasado con una toma de la capital, Bamako.

El Presidente Touré quien también depuso a un mandatario maliense hace 20 años, es querido dentro y fuera de su país porque en aquella ocasión no tomó el poder sino que llamó a elecciones democráticas, terminó su servicio militar, y años después ganó la presidencia por vías democráticas. La razón de este golpe perpetrado por mandos medios del ejército es el percibido debilitamiento de esta institución frente a los ataques del Mouvement National pour la Libération de l’Azawad (MNLA), grupo separatista de la etnia tuareg que busca su propio estado, Azawad, en la parte norte de Malí.

Curiosamente, el resultado de esta toma fue por el contrario un fortalecimiento de los avances del MNLA al enfrentarse ahora a un ejército dividido, y estar ahora fortalecido por las armas conseguidas gracias a la caída de Qaddafi en Libia. Además de esta amenaza, se teme la colaboración de grupos islámicos radicales en la zona como el Boko Haram de Nigeria, pero en particular del AQIM, el brazo de al-Qaeda en esa región de África. Claro está que de existir una alianza entre el MNLA y el AQIM, ésta sería espuria debido a los intereses en conflicto de ambos grupos, ya que uno busca una separación territorial y el otro una expansión regional fundamentalista, lo que puede llevar a un choque entre ambos grupos, contribuyendo así con el caos.

Otros intereses que acá deben tenerse en cuenta son los de los candidatos a la presidencia maliense, cuyas elecciones estaban programadas para el 29 del presente mes. En particular llama la atención la posición del candidato Oumar Mariko, quien ha mostrado total apoyo al golpe realizado por los militares, justificándose en el existente descontento de los malienses con la actual presidencia, pero no está de más considerar que puede aprovechar esta oportunidad para hacerse con el poder sin necesidad de elecciones.

Sin embargo, no se debe descartar el descontento de los malienses frente a la instituciones occidentales que en teoría los hacían ejemplo en la región, debido a que la democracia es entendida como el solo hecho de ir a una urna a votar, y ciertas políticas de privatizaciones han dado resultados adversos en un país que tiene “temporadas de hambre” (¿qué pasó con la universalidad de estos valores?). Precisamente es por estas fallas que hoy salió a la prensa un comunicado de la junta militar manifestando que se le hará un juicio a Touré por traición, lo cual bien puede ser interpretado como un intento de los golpistas de legitimarse frente a sus ciudadanos.

Esto es tan solo una muestra de las luchas de poder en África, y como pueden ver pueden tornarse bastante confusas incluso para aquellos que las viven día a día, y no son exclusivas de un país en particular sino que cada tanto aparece una nueva inestabilidad en la región. Es esta confusión la que causa el ruido que hace que los foráneos no podamos percibir bien lo que pasa allá, y por lo tanto debamos probar la flexibilidad de nuestras propias teorías para medianamente entender lo que allá pasa. No se trata sólo de banderas sino también de otros tipos de monopolio de la fuerza. Espero todo haya quedado más claro ¿verdad?