Ya ha pasado una semana desde la
Cumbre de las Américas, y desde entonces se ha hablado más de prostitución y
palabrería que de las posibles consecuencias del evento (razón por la cual hice
esta breve reseña en un medio asociado). Sin embargo, algo que pasó por los
costados en la pasada reunión de mandatarios fueron los ya cansados reclamos de
Argentina sobre las Falklands que no tuvieron mayor eco, pero esto no detuvo
los impulsos nacionalistas de Cristina Fernández (de Kirchner por supuesto).
Ya ha resonado bastante la
noticia sobre la expropiación de las acciones de la compañía española Repsol en
la petrolera argentina YPF. Muy en línea con el espíritu de la época, esta
medida se ha tratado principalmente desde un punto de vista económico, y por
esta línea han ido los reclamos contra ella. Es más, hoy en día los choques
entre Estados ya no se dan tanto a los golpes físicos, sino a los golpes económicos,
y aquí se puede presentar lo que podría considerarse una batalla geoeconómica.
Pero, no por ello hay que olvidar el hecho de que la economía es sólo
instrumento del poder, y por lo tanto detrás de esto hay decisiones políticas.
En principio, se debe tener en
cuenta que no es una simple retórica vacía el acusar este hecho como una acción
populista de la presidenta argentina. Esto lo digo porque a pesar de que el
fantasma de Perón ha recorrido todos los gobiernos argentinos posteriores a su
mandato, es en el gobierno de Fernández donde más se evidencia el por qué su
mentor es considerado caso insignia del estudio sobre la práctica populista. El
carácter masivo, el personalismo (así sea por su difunto marido), y en
particular la política de “nosotros contra ellos”, son rasgos claros y
distintivos del actual gobierno argentino.
Sumado a esto, como bien lo
relata Sergio Berensztein en este artículo, Argentina sufre de una acentuada
debilidad institucional que permite la creación de presidencialismos
desbordados, y que a pesar del reciente auge económico, la economía sigue
siendo el punto de quiebre para este país. Por ello no sorprende que luego de la
expropiación el 49% de las acciones de YPF pasen a manos de las provincias, de
seguro para calmar posibles disensos dentro del Estado federal. Esto puede
parecer más racional que el inflamado discurso nacionalista de recuperar una de
las insignias del “pueblo argentino”, aunque esto no sólo calmó y alegró a las
masas a pesar del mal manejo de la política energética por parte de Fernández,
y el hecho de que se considere que Argentina se clava el puñal espantando al
principal inversionista del país [1].
Este hecho, aunado con el declive
de la economía argentina y las recientes sanciones, España ya busca como cercar
económicamente a Argentina en retaliación por la expropiación, aunque ahora es
víctima de los inventos del institucionalismo internacional, al no poder tomar
acción directa debido a los acuerdos de la OMC [2]. No obstante, ya se han
tomado medidas en contra de Argentina, como la degradación de la calificación
Moody’s de la deuda que posee YPF, o la demanda de Repsol por US$10,5 billones
por indemnización. Así mismo, España ya ha hecho lobby dentro de la Unión Europea para hacerle encerrona a Argentina, y esta OIG ya ha determinado
suspender sus conversaciones con Mercosur.
Pero pensar que Argentina está
sola sería un craso error. Ya la Mercosur (y por lo tanto Brasil) ya afirmó que
esto compete a la soberanía de Argentina, y por lo tanto no afecta su relación
con la UE. Es más, Uruguay en particular como buen Estado tapón busca mantener
su supervivencia reintegrando a Mercosur, y mediar las pasadas diferencias de
los dos gigantes que lo rodean. Por otra parte, si bien países de perfil
comercial como México y Chile (quien podría salir ganando de todo esto) han
criticado la medida al tener ellos acciones en Repsol, Chávez ha mostrado un
fuerte espaldarazo y se espera que Ecuador haga lo mismo, aunque Bolivia se
muestra neutral debido a la presencia de la compañía española en sus campos
petroleros [3].
Creería yo que Argentina tiene
derecho como Estado a realizar este tipo de acciones, pero considero que le
iría mejor navegando a su mejor beneficio que yendo contracorriente. De hecho,
no sé qué tan bueno sea para el argentino de a pie esta nacionalización dado el
historial del actual gobierno. No obstante, acá en Latinoamérica hemos visto de
un tiempo para acá como el llamado híper-presidencialismo ha cobrado bastante
auge, y parece construir un nuevo bloque que está logrando causar cierta
desestabilización del sistema, y que pocos vieron venir.
Así por lo tanto, se pueden ir
conformando dos bloques que no se van a ver a los ojos, y posiblemente se
desafíen mutuamente. Por un lado aquellos que aún buscan hacer que la
globalización de modelo kantiano funcione, y aquellos que buscan alguna especie
de autarquía en tiempos donde la interdependecia se ha fortalecido. Veremos si
estas escaramuzas económicas forman una escalada hasta llegar a sanciones más
graves y/o bloqueos, o se apaciguan las cosas hasta un nuevo arranque de
populismo.
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