lunes, 18 de junio de 2012

Mi paso por la mitad del mundo


La semana pasada me encontraba en Quito, Ecuador, presentando una ponencia en el 6to Congreso Latinoamericano deCiencia Política, como parte de una delegación de mi Universidad. La ponencia que presenté será eventualmente publicada (espero pronto), y les haré saber cuando eso suceda. Por lo pronto les compartiré mis impresiones y corroboraciones de este viaje a la Mitad del Mundo, y del congreso al que asistí.

Existe un viejo adagio, al parecer desde la época de la Gran Colombia, el cual dice que “Caracas es un cuartel, Bogotá una academia, y Quito un convento”. Ahora bien, las dos primeras aseveraciones pueden ser hoy en día controvertidas, pero de seguro la capital ecuatoriana ratifica esta fama. Desde antes de montarme al avión ya me encontraba con grupos religiosos que estaban en Colombia en algún encuentro de este tipo, y definitivamente lo más impresionante del centro histórico son las imponentes iglesias como la Basílica, o el Panecillo, que es un monumento de la Virgen María con alas. Incluso el centro comercial más elegante es el antiguo Palacio Arzobispal, y la quietud de la ciudad realmente llega a ser pasmosa.

Pero esos son detalles turísticos. Si bien la fuerte presencia religiosa puede explicar en gran escala como se ve Ecuador a sí mismo, se me hizo más impresionante aún el hecho de no sentirme tan lejos de casa. Claro, la proximidad y la historia común podrían explicar la semejanza de Quito con algunas ciudades colombianas, pero ver qué al frente del apartamento donde me alojaba había un almacén de Pintuco, en la tienda de la esquina se vendía Pony Malta, y había más de un local de Crepes & Waffles o El Corral con una asistencia considerable. Esto me lleva a pensar que tenemos aquí otro caso en que nuestro sector privado es más hábil que nuestro Estado para relacionarse con países extranjeros, esto si recordamos como aún están abiertos los casos de la Operación Fénix y las fumigaciones con glifosato. (También me di cuenta allá que en serio los colombianos somos malas personas, pero eso ya es anecdótico).

En cuanto al congreso como tal, debo decir que envidio mucho a los ecuatorianos al tener en su país una sede de Flacso, así sea sólo por tener los recursos de esta institución a la mano. Eso sí, la oportunidad de encontrarse y enfrentarse a colegas de otros países fue algo enriquecedor, además de ser un buen punto de medida para las aptitudes propias. Tristemente al evento le faltó algo de organización por parte de los anfitriones, ya que varias de las mesas no contaban con un coordinador que asignara turnos y tomara el tiempo, lo cual tuvo que hacerse bajo arbitrio de los mismos ponentes y dio para algunos malentendidos.

Por otra parte, la falta de seriedad de algunos ponentes, que no prepararon bien sus presentaciones, llevaron la informalidad al extremo, o simplemente no aparecieron, fue otro lunar del evento, así como aquellos que profirieron más un discurso proselitista, o simplemente culpan de todos sus males al “neoliberalismo” desde un discurso trasnochado y sin explicar bien sus razones.

Sin embargo, así mismo se vieron grandes ponencias que hicieron que se me movieran los pensamientos, y que lograron un buen impacto entre los asistentes. Aunque las RRII seguimos siendo la “niña fea” de la ciencia política, y algunos de los ponentes en las mesas de este campo eran institucionalistas que si acaso mencionaban política exterior, mucho de esto nos lo debemos atribuir a nosotros mismos por no ponernos serios en defender nuestro espacio. Pero aún así, yo quisiera recalcar dos ponencias dentro de este ámbito que me han generado grandes insumos intelectuales, y espero ponerme a la altura eventualmente:

Por un lado, la presentación del profesor uruguayo Wilson Fernández sobre la política exterior de Uruguay vista desde el neo-realismo, plantea buenos ejemplos de cómo los Estados pequeños aprovechan los discursos institucionales para defender sus intereses nacionales, en particular el principal de todos: sobrevivir. Por otro lado, la profesora Grace Jaramillo hizo un planteamiento teórico que mostraba que a pesar de existir un debate agencia-estructura dentro de la disciplina, los latinoamericanos no tenemos problema de pasar de un lado a otro (cosa que bien trabajado veo como una posible ventaja), cómo nos ha atascado la Teoría de la Dependencia (¡aleluya!), y la siempre imperiosa necesidad de crear una teoría propia para nuestra región.

Me llevo de Ecuador muchas reflexiones y nuevas visiones que me eran muy necesarias luego de cierto tiempo de encierro. El próximo encuentro será acá en Bogotá, y desde ya estoy trabajando para avanzar no sólo mi causa, sino darle la vuelta a ciertas cosas que parecen obstáculos pero no lo son. Gracias Ecuador por recargar mis energías, ya vengo de nuevo a darle con toda a este blog.

(A los que esperaban fotos mías les recuerdo que no soy muy adepto a las cámaras)

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