miércoles, 4 de abril de 2012

Ruido negro


La verdad sea dicha, a África la podrán llamar el Continente Negro o el Continente Olvidado, pero cada vez que uno se acerca a ella lo que percibe es un ruido blanco que aturde a más de uno. Empezando porque el proceso de descolonización ha sido un proceso bastante complejo, en especial por el hecho de que las divisiones coloniales que actualmente son las fronteras de los estados africanos, no tuvieron en cuenta las divisiones tribales existentes. Peor aún, varias de estas tribus son nómadas o no tienen una territorialidad definida, lo cual hace que cualquier choque inter-tribal sacuda a buena parte de la región, pero no sea claro dónde.

Fuera de eso, mucha de la literatura que se acerca al tema suele tener un enfoque “crítico”, que si bien se encuentran piezas claves que explican los fenómenos africanos, muchos caen en el activismo irredento y en lo panfletario. No obstante, concuerdo en que muchas de las teorías y paradigmas occidentales no retratan bien del todo los temas de este continente. Pero leyendo un libro que aborda precisamente el reto que impone África sobre la teoría convencional, encontré que si nos vamos a lineamientos más generales, y en particular sus influencias clásicas y/o no occidentales, podremos explicar mejor ciertos aspectos en estos casos.

Por su puesto, si me voy por el realismo más refinado y estatocéntrico no voy a lograr mucho con un continente que en su mayoría está conformado por estados hechos a las malas, cuasi-estados y estados fallidos. Acá hay que tomar en cuenta el concepto de las Unidades Políticas Máximas, que son el verdadero objeto de estudio de la política internacional -no siempre han sido los estados- y ver cuáles son efectivamente las que juegan en África. Así mismo, podemos ver que estas Unidades también se encuentran en una lucha de intereses, ejemplificando la anarquía internacional de este continente de la forma más cruenta.

Tomando una vez más como referencia al libro aludido, al parecer una constante que existe en los estados africanos, o más bien, de sus gobernantes, es mantener el régimen en que se encuentran, sea este democrático, autoritario o híbrido, a como dé lugar. Y cuatro suelen ser las amenazas a estos regímenes: grupos disidentes, las mismas fuerzas militares, otros estados africanos o potencias externas. Y recientemente, ningún estado africano ejemplifica esto mejor que Malí (sí, los mismos a los que les ganamos en el mundial sub-20), cuyo presidente, Amadou Toumani Touré, fue depuesto por golpistas militares el 22 de marzo pasado con una toma de la capital, Bamako.

El Presidente Touré quien también depuso a un mandatario maliense hace 20 años, es querido dentro y fuera de su país porque en aquella ocasión no tomó el poder sino que llamó a elecciones democráticas, terminó su servicio militar, y años después ganó la presidencia por vías democráticas. La razón de este golpe perpetrado por mandos medios del ejército es el percibido debilitamiento de esta institución frente a los ataques del Mouvement National pour la Libération de l’Azawad (MNLA), grupo separatista de la etnia tuareg que busca su propio estado, Azawad, en la parte norte de Malí.

Curiosamente, el resultado de esta toma fue por el contrario un fortalecimiento de los avances del MNLA al enfrentarse ahora a un ejército dividido, y estar ahora fortalecido por las armas conseguidas gracias a la caída de Qaddafi en Libia. Además de esta amenaza, se teme la colaboración de grupos islámicos radicales en la zona como el Boko Haram de Nigeria, pero en particular del AQIM, el brazo de al-Qaeda en esa región de África. Claro está que de existir una alianza entre el MNLA y el AQIM, ésta sería espuria debido a los intereses en conflicto de ambos grupos, ya que uno busca una separación territorial y el otro una expansión regional fundamentalista, lo que puede llevar a un choque entre ambos grupos, contribuyendo así con el caos.

Otros intereses que acá deben tenerse en cuenta son los de los candidatos a la presidencia maliense, cuyas elecciones estaban programadas para el 29 del presente mes. En particular llama la atención la posición del candidato Oumar Mariko, quien ha mostrado total apoyo al golpe realizado por los militares, justificándose en el existente descontento de los malienses con la actual presidencia, pero no está de más considerar que puede aprovechar esta oportunidad para hacerse con el poder sin necesidad de elecciones.

Sin embargo, no se debe descartar el descontento de los malienses frente a la instituciones occidentales que en teoría los hacían ejemplo en la región, debido a que la democracia es entendida como el solo hecho de ir a una urna a votar, y ciertas políticas de privatizaciones han dado resultados adversos en un país que tiene “temporadas de hambre” (¿qué pasó con la universalidad de estos valores?). Precisamente es por estas fallas que hoy salió a la prensa un comunicado de la junta militar manifestando que se le hará un juicio a Touré por traición, lo cual bien puede ser interpretado como un intento de los golpistas de legitimarse frente a sus ciudadanos.

Esto es tan solo una muestra de las luchas de poder en África, y como pueden ver pueden tornarse bastante confusas incluso para aquellos que las viven día a día, y no son exclusivas de un país en particular sino que cada tanto aparece una nueva inestabilidad en la región. Es esta confusión la que causa el ruido que hace que los foráneos no podamos percibir bien lo que pasa allá, y por lo tanto debamos probar la flexibilidad de nuestras propias teorías para medianamente entender lo que allá pasa. No se trata sólo de banderas sino también de otros tipos de monopolio de la fuerza. Espero todo haya quedado más claro ¿verdad?

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