En mi último artículo sobre África Subsahariana le aposté a Sudáfrica como la posible potencia regional de todo ese continente, pero en ningún momento dije que la tendría fácil. Es más, no se puede esperar que surja un estado fuerte y que aquellos a su alrededor no sientan siquiera nerviosismo frente a tal situación. Fuera de eso, los países rezagados de la zona deben sentir alguna necesidad o afinidad para coalicionarse con el futuro hegemón.
Todo esto lo traigo a colación para comentar el resultado de la reciente cumbre de la Unión Africana en Addis Abeba que concluyó el día de ayer. Cumbre que por cierto estuvo marcada particularmente por la inclusión del delegado de Sudán del Sur, y su acre relación con Sudán (como todo divorcio con tanta violencia doméstica). Pero ese es el chisme, la verdad lo interesante es que se llevó a cabo la tercera ronda de elecciones para Gerente del Comité Ejecutivo, y el resultado fue tablas, lo que parece prolongar la estadía del gabonés Jean Ping, aunque este tampoco logró los dos tercios de la votación necesarios.
La contendiente de Ping era la sudafricana Nkosazana Dlamini-Zuma, quien desde la presidencia de Nelson Mandela ejerce en altos cargos públicos, y en particular aquellos relacionados con las relaciones exteriores de su país (ya que andamos de chismosos, también se trata de la ex esposa del actual presidente Jacob Zuma). Sorprende que la mayor economía del Continente Negro no haya logrado mayor influencia en su propia región. Las razones que se aducen para tal falta de lobby entre sus vecinos es el contrapeso hecho por otros aspirantes a potencia regional como Egipto y Nigeria, como el también tener casi en el olvido a los países francófonos del continente.
A pesar de que el perfil de este blog observa más el comportamiento de las élites políticas que actúan en el Sistema Internacional, tampoco se puede dejar de lado el hecho que estos suelen reflejar ciertas idiosincrasias internas de los estados y naciones que representan (tema que pienso abordar en algún momento). Más si se tiene en cuenta que los límites políticos dentro de África no corresponden a los límites territoriales de las antiguas tribus -de ahí tanta matazón-, corresponden a los límites de los antiguos colonizadores europeos. Por cierto, son precisamente esas élites las que mantienen esas fronteras en pro de sus beneficios propios, pero igual que las tribus que se masacran en su interior, estos también presentan rivalidades con el componente adicional que se trata de las rivalidades de sus antiguos colonizadores.
Ejemplo clarísimo es que los mencionados países africanos francófonos de la centro-occidental han logrado implementar una moneda única, el Franco CFA, el cual parece tener mayor éxito que el mismo Euro (claro, no se trata de economías tan complejas como las del Viejo Continente, más bien un paupérrimo comercio de commodities pero ahí van). Pero los países anglófonos de esta sub-región no participan de tal moneda integrada, de hecho todo parece indicar en que no se ve con buenos ojos la integración de estos países en particular.
Así pues, el ser influyente en África va en principio en dos niveles: las antiguas tribus y los regímenes heredados. Y no existe tampoco país más variado en ambos aspectos que la misma Sudáfrica, donde incluso su diáspora europea no es originaria de un solo país, tan sólo si se pusieran de acuerdo en su interior… Por supuesto, he ahí el inconveniente, estos son estados en formación jugando a ser grandes, y aunque se habla de un interés común africano, este aún no parece estar definido. Mientras tanto el Comité Ejecutivo seguirá con lo que tiene, que mal que bien se trata de un diplomático de carrera, pero la pugna sigue vigente.
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