Estamos ante la presencia de un importante cambio del mundo como lo conocemos. No sólo el mundo está tomando una nueva configuración multipolar luego de la bipolaridad de la guerra fría y la borrosa hegemonía estadounidense de los últimos 20 años, también se está configurando una nueva Unidad Política Máxima que bien podría reemplazar la figura del Estado-Nación que ha regido durante los últimos 364 años. Se pensará que los problemas que enfrenta en estos instantes la Unión Europea serán el motivo de su colapso, eso es resultado de la falsa comodidad y optimismo de los últimos 20 años, en realidad, son estás “crisis” las que la solidifican.
Dejando a Grecia a un lado, tema que ya de por sí se ha puesto aburrido, ahora Hungría está poniendo a prueba a la organización supranacional. Para hacer el cuento corto, bajo el gobierno de Viktor Orbán y del partido de centro-derecha Fidesz, Hungría ha enfrentado una crisis económica no muy distinta a la del país heleno y no ha tenido suerte intentando conseguir un préstamo del FMI. Además de eso, este año entró en vigencia una nueva constitución política redactada bastante controversial por su tono ultra-conservador, cuyos detractores alegan fue empujada a las malas por la mayoría del Fidesz en el parlamento y que muestran como una regresión al autoritarismo.
La UE ya ha tomado cartas en el asunto, y ha puesto en acción procedimientos legales para sancionar a Hungría específicamente por la legislación que amenaza con la autonomía del banco central, la autonomía de la rama judicial y la autoridad de protección de datos; junto con una nueva disposición que ataca la falta de respeto por parte de Orbán hacia la libertad de prensa. El mismo presidente de la Comisión Europea José Manuel Barroso ha manifestado su inconformidad con lo que creía serían reformas en línea con la “Ley Europea”. Por su parte, Orbán asegura que este inconveniente se resolverá rápidamente, y además cuenta con el apoyo del bloque centro-derechista del EPP dentro del Parlamento Europeo, el cual actualmente es mayoritario. No obstante, llegan más presiones al gobierno húngaro, los países del Benelux ya hablan de cumbre con los 27 mandatarios de los países miembros de la UE para discutir la situación de Hungría.
Aquí la cuestión central es: ¿en quién recae la soberanía? Especialmente si entendemos ésta como el poder sobre el cual no existe ningún otro, lo cual de entrada descarta la posibilidad de un poder compartido. Porque precisamente es el argumento de la soberanía el que han esgrimido aquellos que han defendido las reformas dentro del país magiar; pero teniendo en cuenta que Hungría fue el país post-comunista más entusiasta en ser recibido por Occidente y unirse a la UE, entusiasmo que por cierto Viktor Orbán era uno de sus mayores abanderados, es pertinente observar si el Primer Ministro peleará por su soberanía o se plegará a los mandatos de la UE.
En este orden de ideas, muchos de los observadores de este caso referenciados señalan como históricamente los húngaros han sido dominados por los mongoles, los turcos, los Habsburgo, los nazis, y finalmente los soviéticos, dando casi a entender que este tipo de problema no les es extraño, y por lo tanto es plausible pensar que se darán mañas para resolver la situación la UE y aún así salir ganando. Pero, el problema es más de peso que unos simples ardides dinásticos, con Viktor Orbán se teme un retroceso democrático comparable con los casos de Vladimir Putin, o el susto que dio Berlusconi dentro de la UE. Más si se considera el hecho que algunas encuestas apuntan a que los húngaros están decepcionados con el modelo occidental, y renunciarían a la democracia con tal de obtener prosperidad. Claramente esta contravía con sus ideales kantianos no será recibida con beneplácito por la UE.
Ahora bien, echando globos sobre el extremo contrario del asunto, que Hungría mantenga sus reformas políticas y esto lleve a su salida de la UE, ¿quedaría este país aislado como un paria? Tal vez en un principio, pero no se puede dejar a un lado la Unión que pretende lograr Rusia con algunos de sus satélites, y tal ente supranacional hace caso omiso de la calidad democrática de sus integrantes por obvias razones. El problema de fondo que tiene la UE frente a varios de los países de Europa Oriental es que, por las razones que fuesen, éstos no logran acomodarse adecuadamente a los requerimientos que ésta impone, y sin proponérselo los empuja a la zona de influencia de su eterna rival.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, la Unión Europea enfrenta otro fuerte reto para asumir la posición a la que aspira. Viendo ya que no sólo la burocracia de la organización sino los mandatarios de sus países miembros se movilizan para atender la situación, se puede intuir que el choque de influencia será bastante fuerte y con una inclinación hacia la organización. De llegar a ceder Hungría, revocando medidas que parten del documento que se supone es la evidencia de su soberanía, ayudaría a demostrar cual es realmente el poder sobre el cual no hay ningún otro en el Viejo Continente, de lo contrario, ayudaría a una nueva fragmentación de éste.
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