viernes, 13 de enero de 2012

El niño diferente

El Primer Ministro de Fiji, Frank Bainimarama, levantó el estado de emergencia al que tenía sometido a su país desde 2007 y puso sobre la mesa la posibilidad de crear una nueva Constitución, acción celebrada por las potencias regionales, Australia y Nueva Zelanda, como también por la Commonwealth. Aunque aún se mantienen reservas frente a este hecho, la celebración se debe al posible retorno a un régimen democrático del país isleño desde que Bainimarama dio un golpe de estado en 2006.

Más allá del romanticismo que despierta la palabra “democracia” en este periodo de la historia, es de comprender que al considerarse parte de Occidente, sumado a la influencia de potencias como Reino Unido, EEUU y Francia, los estados líderes en el Pacífico ven afín a sus intereses la promoción de este sistema político para mantener el equilibrio en una región que promete inestabilidad. De hecho, Fiji ha sido suspendido del Foro del Pacífico desde 2009 por iniciativa austral-neozelandesa sin recibir mayor apoyo por parte de sus vecinos, salvo por Islas Salomón y Tuvalu.

Como era de esperarse, este tipo de desequilibrios no se limitan al simple desacato de unos principios, también sacan a flote viejas rencillas entre los estados insulares. Tal es el caso de Tonga, país que dio un paso hacia la democracia en noviembre pasado y cuyos anteriores perseguidos políticos se asilaban en Fiji. Ahora este país protagoniza no sólo una reversa en su sistema político sino también en el caso de los asilos, al haber ayudado con su marina en mayo de 2011 al escape del depuesto Roko Mara, hijo de Ratu Mara, considerado éste como el fundador del país. Tal acción ha creado una situación diplomática tensa entre ambos países la cual aún no ha sido resuelta [1].

Otro país del Pacífico que al parecer le ha enseñado los dientes a Fiji, o que por lo menos se ha mostrado frío hacia éste es Samoa Occidental, cuyo partido que lo gobierna desde 1982 –Partido de la Protección de los Derechos Humanos- ha mostrado una constante inclinación pro-Occidente, y por lo tanto sus políticas exteriores han estado en línea con Nueva Zelanda y Australia. Sin embargo, en las pasadas elecciones de marzo la oposición se coalicionó en el Partido Tautua, mostrando una posición anti-Occidente y de apoyo al actual gobierno en Fiji bajo un discurso un tanto más populista [2], ganando de esta manera algunos escaños en el Parlamento Samoano. Aunque el partido oficialista permanece en el poder y aún da espaldarazos a Australia, no se puede descartar la existencia de enclaves dispuestos a darle un giro a la política exterior del Pacífico y cambiar el statu quo de esta región (también sería interesante ver qué tan auténtica es la democracia samoana).

Dicho esto, es de tener en cuenta que hace poco Bainimarama decretó una nueva medida anti-terrorista la cual permite arrestos desde 48 horas hasta catorce días por acciones tan ambiguas como los mensajes de odio o la discriminación racial o étnica, lo cual parece un retroceso en el posible proceso democrático y explica la cautela de Australia y sus aliados. Así mismo, el día de hoy el Ministro de Relaciones Exteriores de Fiji Ratu Kubuabola declaró que los intentos de Australia para aislar a Fiji no han dado resultado, y que este país cada vez logra mayor apoyo dentro de sus pares en la región, dejando en contradicho el avance de los intereses occidentalistas.

El principal problema para las potencias oceánicas es que Fiji viene desde hace un buen tiempo estrechando vínculos con una potencia de fuera interesada en hacer presencia en la región, y que no le atribuye mayor mérito al sistema político establecido por sus socios. Esto podría hacer que otros estados pacíficos que posiblemente no se sientan satisfechos con su posición en las esferas de influencia establecidas sigan el ejemplo de Fiji, dando pie a un balance de poder nunca antes visto en la zona.

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