domingo, 22 de julio de 2012

Curando lunares


La última vez que escribí sobre Europa toqué el tema del reciente auge de los Partidos Extremo-Populistas (PEP), y un tiempo antes había comentado acerca de cómo Hungría parece moverse cada vez más hacia un régimen autoritario. Aunque todavía ningún PEP ha llegado al poder a un estado europeo, dentro o fuera de la Unión, otro gobierno de Europa Oriental ha causado alboroto en el Viejo Continente debido a sus giros autoritarios: Rumania.

Lo curioso acá es el hecho que el Primer Ministro Rumano Victor Ponta no hace parte de ningún PEP, ni siquiera hace parte de un partido derechista como su homólogo húngaro Viktor Orban. De hecho, Ponta es el jefe del Partido Social Demócrata, lo cual no le ha impedido despedir al Presidente, dejar sin poder a la Corte Constitucional, y revocar todo el parlamento, logrando causar manifestaciones de indignación a lo largo y ancho de la UE. Llevándome a pensar que efectivamente se le debe dar crédito a las teorías que afirman la poca asimilación del modelo democrático en los países con poca tradición en dicho sistema, como es el caso de los antiguos estados comunistas.

Así como lo aseguré en mis artículos anteriores, es poco probable que los enclaves autoritarios europeos hagan causa común, esto debido a las fuertes presiones en lo que hoy en día es el parangón de los valores liberales. Antes de hablar de las presiones, para probar mi punto quiero llamar la atención hacia un mensaje redactado por un representante húngaro, donde hace lo más por demostrar los valores liberal-democráticos de su país basándose en hechos recientes, a la vez que les echa agua sucia a sus vecinos rumanos. Sin embargo, Hungría aún causa preocupaciones. Precisamente, tal parece que en este caso las acusaciones similares sirven para que los acusados diverjan las presiones mutuamente.

Y ya entrando en materia, me perdonarán si soy muy insistente con esto: ¿pero dónde queda la soberanía?

El asunto parece resolverse y caer por su propio peso. Las mencionadas presiones lograron que Ponta diera reversa a sus medidas, y además de eso, que enviara una serie de compromisos que hicieran de Rumania un lugar más democrático, o por lo menos, acorde con los parámetros de la UE. Aunque Hungría parece más resistente, es posible que también le toque comprometer algunas de sus desviaciones autoritarias. Al igual que los desvaríos económicos mediterráneos e irlandeses, que están llevando a una intervención en las medidas económicas, los desvaríos políticos de los orientales le dan a la UE el material necesario para consolidarse.

Por supuesto, ya se oyen voces de celebración, y no es para menos, el temor del autoritarismo no es algo sin fundamento, y muchísimo menos en el Viejo Continente. Pero al mismo tiempo, existe algo que frena la consolidación del bloque europeo, y es tener algo que simbolice esa nueva soberanía en las diversas culturas políticas que integran este bloque. La verdad, se trata de algo que se acusa en todo tipo de medios y de textos, y es el hecho de que no existe un claro liderazgo político que dirija todas estas operaciones. Tal parece que el modelo gerencial está empezando a verse decimado.

Tal vez este tipo de eventos hagan que finalmente los dirigentes europeos dejen de ser tan timoratos, y pongan manos a la obra a su proyecto político. O tal vez también, tanto vaivén sin conclusión definida haga que la UE fracase. Que esto sea bueno o malo depende del criterio de cada persona, pero la suerte está echada y es muy probable que suceda algo dentro del corto al mediano plazo. Lo que es claro acá es que la periferia europea les está dando una oportunidad dorada a los países del centro para consolidar aquello que se propusieron hace 60 años. Es precisamente en la curación a tiempo de lunares y es en las crisis donde se conjugan los elementos necesarios para cristalizar naciones. Si no, pregúntenle a Tucídides.

Homenaje a Kenneth Waltz


Mucho revuelo ha causado dentro de la comunidad académica el artículo escrito por Kenneth Waltz acerca de Irán y la Bomba. Waltz es el autor de Man,the State, and War, obra obligatoria para todo interesado en Política Internacional, y desde su contribución a la fundación del neorrealismo –poniendo el énfasis en la estructura anárquica del Sistema Internacional y no en la naturaleza humana- ha recibido todo tipo de críticas. Empezando por Alexander Wendt desde su formulación del constructivismo en IP, ahora al artículo sobre Irán le han llovido varias críticas, para una muestra [1] y [2].

Por lo tanto, el hecho de que tantas personas estén tan dispuestas a contradecir al “Padre del Neorrealismo” para mí quiere decir que Realmente se trata de alguien que le ha atinado a algo importante, aún más hoy en día que está de moda querer establecer “teorías alternativas” que no sean tan “catastróficas” y que sean más optimistas, así la realidad demuestre lo contrario. Entonces, los dejo con este video de una entrevista a este gran maestro:


martes, 17 de julio de 2012

Batalla naval


Un debate sonado en el campo de la geopolítica es el de poder terrestre versus poder naval, y se contempla esta rivalidad desde la Guerra del Peloponeso hasta la Guerra Fría. Los primeros alegan que aquel que controle el corazón euroasiático tiene un buen chance de controlar el resto del planeta, al tener la mayoría del terreno habitable, y que toda conquista no se logra a menos que se haga por medio de fuerzas terrestres. Por otro lado, los segundos argumentan que quien controla los mares, controla el acceso a todos los rincones del planeta.

Dada la predominancia anglosajona –algunos hablan de hegemonía- la partida parecen irla ganando los adherentes del campo naval. Hoy en día, que se hace más claro el cambio de eje desde el Atlántico al Pacífico, es claro que la capacidad marítima va a ser clave para definir el juego de poder actual y futuro. Y aunque no parezca, todas esas islas casi invisibles en medio del mayor de los océanos pueden ser clave en el desarrollo de esta pugna, así sea sólo porque serán las piezas, o mejor, las casillas con las que se establecerán las nuevas zonas de influencia durante los próximos años.

Es consecuente pensar que al ser todavía varias de estas islas colonias, o por lo menos tener el Union Jack en su bandera, y algunas es probable que desaparezcan a causa del deshielo polar, que ya los dados están echados. No obstante, en las publicaciones anteriores sobre este tema he mencionado como otras potencias le apuestan a ser los nuevos donantes que mantengan andando los precarios Estados pacíficos. Fuera de eso, el discurso de la autonomía de los pueblos puede ser contraproducente para las potencias actuales, al poder llevar a una independencia de las colonias restantes bajo el auspicio vedado de las potencias entrantes (aunque concedido esa táctica es vieja y poco usada ya).

Así mismo, la ruptura del “Método Pacífico” está dejando a la deriva a todos estos pequeños países, en particular debido a que Australia se encuentra reacomodando sus intereses. En primer lugar, a pesar de no querérsele hacer mucha bulla, en cada momento surge el debate si la “Tierra de Bien Abajo” debe continuar siendo una democracia parlamentaria con la Corona Británica como Jefe de Estado, o convertirse en una república [1]. El terminar de cortar el cordón umbilical con su tierra madre bien podría darle un sentimiento de mayor vuelo y toma de decisiones en lo político, así goce de total autonomía desde hace poco más de cien años. Porque también es de notar el hecho de que Australia cada vez más se presenta como un país asiático (hasta en la FIFA), probablemente buscando ser un actor clave en la nueva agenda.

Por eso mismo, y en segundo lugar, también parece que Australia busca cortar la dependencia militar, o por lo menos replantearla. Aprovechando su condición insular, la cual ha ayudado a que no haya tenido mayores acercamientos militares salvo unos aviones japoneses durante 2GM, Australia ha decidido bajar su presupuesto militar justo cuando se dan recortes del mismo tipo dentro de su máximo protector: Estados Unidos. Por supuesto, esto ya ha causado cierta preocupación entre algunos entendidos, aunque otros ven que con las crecientes alianzas en Asia Oriental, este enclave occidental podría tener cierta flexibilidad para aprovecharlas, y así permanecer dentro de la esfera de China, uno de sus principales socios en la actualidad.

Por lo tanto, si la que era la principal protectora se desentiende de los pequeños ¿por qué estos no van a buscar su propia supervivencia por su cuenta? Dada la precariedad de su situación, incluso ante las adversidades naturales, podrán literalmente venderse al mejor postor, y quizás se hable de formar un solo bloque, pero el andamiaje es muy débil para tal opción. Y por supuesto aquí es donde entra en juego el debate mencionado al inicio de este artículo, porque si bien con el poderío naval se gana el acceso ¿dónde se da el abastecimiento de dicho poderío? Precisamente, en estas islas y de ahí su importancia.

domingo, 8 de julio de 2012

El gigante solitario


Observando someramente los artículos que he escrito desde que inicié este blog, en varios mantengo mi posición de que en este momento de la historia estamos en medio de un caos transicional de un mundo bipolar a uno multipolar (¿posiblemente hexapolar?). Sin embargo, hay un actor que aparece en la gran mayoría de artículos, y éste por supuesto es Estados Unidos, lo que daría entender implícitamente que sí estamos en un mundo unipolar. Perogrulladas, como todo lo que se nos presenta últimamente, la hegemonía estadounidense no deja de ser cierto espejismo.

Además del consabido poderío militar y económico, hay que tener en cuenta otros factores que hacen que EEUU se distinga de los demás actores del sistema internacional. Empezando por su propia historia, duélale al que le duela, Estados Unidos fue el primer Estado moderno basado en el imperio de las leyes y no de una dinastía. El hecho de diseñar un sistema político donde ningún poder pueda sobrepasar al otro, incluso el poder popular sobre los demás, fue un aire refrescante en una era de guerras dinásticas. En vez de ser una nación étnica creada por una religión o una lengua particular, se trataba de una nación cívica basada en las instituciones.

Por supuesto, de solas ideas y buen diseño no se logra ser una potencia mundial, además dichas ideas tenían un sustento en la realidad. A diferencia de la parte sur del continente, Norteamérica tenía una sensación de estar desocupada, y también ayudó que las poco numerosas tribus indígenas fueran casi aniquiladas, lo cual reforzaba ese romanticismo de un “nuevo inicio”. Además de eso, una vez reconocida la independencia estadounidense, estando Europa ocupada en sus múltiples guerras en su propio territorio, Estados Unidos fue virtualmente una isla apartada y de ahí su sentido de “excepcionalismo”. Claro que el excepcionalismo fue cruzando el atlántico, precisamente la emergente potencia aprovechó dichas guerras para asegurar su territorio en el continente (la compra de Luisiana, la guerra con México y la guerra hispano-americana).

El giro durante el siglo XX se debe a que el factor principal que protegía el aislacionismo gringo llegó a su declive: el Imperio Británico. Era el control que ejercía la Royal Navy sobre los océanos lo que mantenía la condición de isla virtual, pero éste se vio desafiado por el ingreso de Alemania al club de las potencias. Si bien la realpolitik de Theodore Roosevelt advirtió sobre este peligro, primó el idealismo propio de la experiencia personal a larga. Con esto quiero decir: al haber tenido con un éxito un modelo democrático, y en apariencia pacífico, se llegó a la suposición de que si se exportaba tal modelo se llegaría a un mundo en paz. De ahí, que incluso hoy en día se hagan esfuerzos extremos, hasta bélicos, por adaptar de cierta forma este sistema sin tener muy en cuenta las condiciones de dónde se va a adaptar.

Hoy en día, gracias a su triunfo en las dos guerras mundiales, Estados Unidos pudo mantener su condición de “isla”, y mantener en cierto modo su condición de estado excepcional, pero ahora esto juega en su contra. Porque a pesar de lo discursivo, Estados Unidos como nación adolece de lo que otras naciones adolecen, y esto es, de la necesidad de un enemigo para fortalecerse. Antes eran los alemanes, los nazis, y en su época dorada los comunistas ¿pero que les queda ahora? Es muy difícil movilizar a la gente en un ataque contra algo tan intangible o espurio como el terror, así uno de sus grandes líderes haya dicho “sólo debemos temerle al miedo”.

A pesar de haber pasado ya por su época dorada, EEUU es todavía hoy la mayor potencia militar y económica del planeta, y he ahí parte de su aislacionismo actual. No tiene contra quién medir fuerzas, otras posibles potencias prefieren establecer un liderazgo regional y no mundial, incluso dentro del continente que estableció como esfera de influencia, como lo hace ahora Brasil por ejemplo. El discurso de la libertad y la democracia se percibe ya como algo condescendiente, y vemos como por quizás sacárselos de encima, la mayoría de Estados se declaran oficialmente como democracias, aunque sus prácticas sigan siendo autoritarias y las elecciones sean una mera formalidad.

Exactamente ahí es donde puede estar la amenaza para EEUU, no tanto de afuera sino desde adentro. Las instituciones que alguna vez fueron la base de la identidad estadounidense como nación parecen irse minando lentamente, haciendo que inclusive sus mismos pobladores ya no les tengan tanta fe. Y lo que en otro momento fuese fuente de su fortaleza, el crisol multicultural, puede ser ahora otro factor en un posible colapso interno. Como bien señalan autores como Zbigniew Brzezinski, o de forma más escandalosa Samuel Huntington, hoy en día la filiación se da más hacia unas raíces étnicas (reales o imaginarias) que hacía una idea per se, además que los migrantes actuales no rompen el cordón umbilical con su tierra madre como si sucedía antes. En este caso podría pensarse en aplicar un dicho gringo: blood is thicker than water.

Con esto dicho tendríamos dos escenarios posibles para el futuro de Estados Unidos. El primero es que debido a su sobre-expansión termine fragmentándose en unidades políticas más pequeñas, tal como le sucedió al Imperio Romano en su momento (aquí sería considerar si al igual que este su espíritu se mantenga flotando en dichas unidades más pequeñas). El segundo escenario depende más de lo que suceda en el sistema internacional: si efectivamente se consolida el Bloque como unidad política máxima (caso Europa), EEUU tendrá que replegarse un poco y mostrarse más como el Bloque que contiene a todos los grupúsculos en su interior, pero dejando a un lado varios de sus históricos delirios. Pero difícil ver cómo podría mantenerse así una nación fundada en la filosofía y no tanto en la historia, aunque este escenario se ve plausible si se tiene en cuenta el sistema federal que siempre lo ha gobernado.

A fin de cuentas, si algo tienen de ciertos los mitos sobre la globalización es que el campo internacional cada vez más se asemeja a un sistema, ya que algo que afecte a una de sus partes resuena en las demás. Yo no anticipo un colapso rápido como algunos soñadores vaticinan con cierto entusiasmo -creo que no consideran que el vacío de poder que quedaría igual sería ocupado por otro ente-, más bien hago esta reflexión pensando en lapsos prolongados de tiempo. No se puede esperar que un actor que ha marcado tanta agenda simplemente desaparezca, más aún teniendo en cuenta que hasta la fecha ha sido el más poderoso en la historia. Como dijo un autor cuyo nombre lastimosamente ahora no recuerdo: “Los Estados Unidos siempre serán, los Estados Unidos”.