martes, 19 de junio de 2012

En un lugar remoto


Una vez más es temporada de cumbres en el mundo, los medios noticiosos se llenan de informes sobre los primeros mandatarios de las principales potencias globales, particularmente de los datos “picantes”, a la vez que la audiencia se llena de expectativas que no se ven cumplidas ya sea por la lentitud propia de los procesos políticos, o por una simple falta de voluntad. Aunque el muy publicitado choque en Siria no ha logrado acuerdo alguno entre las potencias, es de notar que los presidentes de Rusia, Francia y Estados Unidos mostraron un consenso frente un alto al fuego en la región de Nagorno-Karabaj.

Éste es un conflicto territorial que lleva ya 20 años desde la independencia de Armenia y Azerbaiyán de la antigua URSS. Y como en todo conflicto, es difícil establecer quién lo inició o quien tiene la razón. Lo interesante de este choque es el hecho de que se encuentre en la región del Cáucaso, una de las regiones de paso clave en el corazón euroasiático, lo que se demuestra por la cantidad ingente de distintas etnias que se encuentran ahí, como también por las fronteras actuales que delimitan al territorio. Es precisamente por estos aspectos que no se puede darle una solución rápida y sencilla -como las que gustan hoy en día- al presente conflicto en la zona (que además es uno entre muchos).

Por supuesto, la principal potencia doliente es Rusia, empezando por el hecho de que estos territorios fueron parte de su vasto imperio incluso antes de la Revolución Bolchevique. Dado que tiene a Georgia de por medio, Rusia ha optado por utilizar una estrategia distinta a la usada en las regiones secesionistas del mencionado país, es decir, pacificar con tanques propios. Aunque, ciertas declaraciones de militares rusos estacionados en Armenia no descartan una posible intervención de agravarse la situación.

Más bien, la estrategia de la Santa Madre ha sido su viejo truco de “confunde y vencerás”, ya que por un lado, como ya se vio, prolongó hace un par de años y hasta 2044 un acuerdo bilateral dedefensa con Armenia que hace parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), un amague euroasiático de contrapesar a la OTAN. Por el otro lado, Moscú sigue vendiéndole armas a Azerbaiyán, quien en un pavoneo ha mostrado armas de manufactura propia, manteniendo así las dudas y la precaución extrema en ambos lados del conflicto.

Esta maniobra por parte de los rusos podría como una especie de offshore balancing, claro está, teniendo en cuenta que Rusia es una potencia predominantemente terrestre y no naval. Es por ello que el alcance del poderío ruso, y sus maniobras se dan en sus inmediaciones, pero no por nada es el país con mayor extensión en el mundo. Con esto la potencia ártica se pondría del lado que perciba más débil para desmotivar cualquier ataque por parte de su rival, forzando la situación a una incómoda posición de tablas hasta que se dé una negociación real. Esto puede demorar, además que los resentimientos están candentes, pero una opción idealista de “libre autodeterminación” no es una opción para el gigante euroasiático, al desembocar esto en la fragmentación étnica de la parte norte del Cáucaso, la cual está aún bajo su poder.

Ahora bien, ¿qué interés podrá tener Occidente en la zona como para ponerse del lado de los rusos en este conflicto en particular? De acuerdo con este artículo, y trayendo a colación la reciente gira de la Secretaria de Estado Hillary Clinton, por lo menos a Estados Unidos le es más fácil pasarle la papa caliente a Rusia para controlar la zona, y de esa misma forma ver cómo puede tener ciertos faros no tan intrusivos en una zona que es de su interés. Recordemos el ligero distanciamiento que ha tenido con Turquía, y así mismo como Irán está a la vuelta de la esquina. En cierta forma, es una manera aún más disimulada de llevar a cabo un offshore balancing sin comprometerse demasiado.

Al parecer, las cosas se mantendrán en calma por ahora entre Azerbaiyán y Armenia, y también que no ha habido bajas sustanciales en los últimos encuentros. No obstante, que Nagorno-Karabaj nos recuerde que incluso en una porción minúscula de territorio se juegan varios de los intereses de los diversos actores del sistema internacional, y en consecuencia, la misma estructura del susodicho sistema. A veces más que en una reunión televisada de mandatarios.

lunes, 18 de junio de 2012

Mi paso por la mitad del mundo


La semana pasada me encontraba en Quito, Ecuador, presentando una ponencia en el 6to Congreso Latinoamericano deCiencia Política, como parte de una delegación de mi Universidad. La ponencia que presenté será eventualmente publicada (espero pronto), y les haré saber cuando eso suceda. Por lo pronto les compartiré mis impresiones y corroboraciones de este viaje a la Mitad del Mundo, y del congreso al que asistí.

Existe un viejo adagio, al parecer desde la época de la Gran Colombia, el cual dice que “Caracas es un cuartel, Bogotá una academia, y Quito un convento”. Ahora bien, las dos primeras aseveraciones pueden ser hoy en día controvertidas, pero de seguro la capital ecuatoriana ratifica esta fama. Desde antes de montarme al avión ya me encontraba con grupos religiosos que estaban en Colombia en algún encuentro de este tipo, y definitivamente lo más impresionante del centro histórico son las imponentes iglesias como la Basílica, o el Panecillo, que es un monumento de la Virgen María con alas. Incluso el centro comercial más elegante es el antiguo Palacio Arzobispal, y la quietud de la ciudad realmente llega a ser pasmosa.

Pero esos son detalles turísticos. Si bien la fuerte presencia religiosa puede explicar en gran escala como se ve Ecuador a sí mismo, se me hizo más impresionante aún el hecho de no sentirme tan lejos de casa. Claro, la proximidad y la historia común podrían explicar la semejanza de Quito con algunas ciudades colombianas, pero ver qué al frente del apartamento donde me alojaba había un almacén de Pintuco, en la tienda de la esquina se vendía Pony Malta, y había más de un local de Crepes & Waffles o El Corral con una asistencia considerable. Esto me lleva a pensar que tenemos aquí otro caso en que nuestro sector privado es más hábil que nuestro Estado para relacionarse con países extranjeros, esto si recordamos como aún están abiertos los casos de la Operación Fénix y las fumigaciones con glifosato. (También me di cuenta allá que en serio los colombianos somos malas personas, pero eso ya es anecdótico).

En cuanto al congreso como tal, debo decir que envidio mucho a los ecuatorianos al tener en su país una sede de Flacso, así sea sólo por tener los recursos de esta institución a la mano. Eso sí, la oportunidad de encontrarse y enfrentarse a colegas de otros países fue algo enriquecedor, además de ser un buen punto de medida para las aptitudes propias. Tristemente al evento le faltó algo de organización por parte de los anfitriones, ya que varias de las mesas no contaban con un coordinador que asignara turnos y tomara el tiempo, lo cual tuvo que hacerse bajo arbitrio de los mismos ponentes y dio para algunos malentendidos.

Por otra parte, la falta de seriedad de algunos ponentes, que no prepararon bien sus presentaciones, llevaron la informalidad al extremo, o simplemente no aparecieron, fue otro lunar del evento, así como aquellos que profirieron más un discurso proselitista, o simplemente culpan de todos sus males al “neoliberalismo” desde un discurso trasnochado y sin explicar bien sus razones.

Sin embargo, así mismo se vieron grandes ponencias que hicieron que se me movieran los pensamientos, y que lograron un buen impacto entre los asistentes. Aunque las RRII seguimos siendo la “niña fea” de la ciencia política, y algunos de los ponentes en las mesas de este campo eran institucionalistas que si acaso mencionaban política exterior, mucho de esto nos lo debemos atribuir a nosotros mismos por no ponernos serios en defender nuestro espacio. Pero aún así, yo quisiera recalcar dos ponencias dentro de este ámbito que me han generado grandes insumos intelectuales, y espero ponerme a la altura eventualmente:

Por un lado, la presentación del profesor uruguayo Wilson Fernández sobre la política exterior de Uruguay vista desde el neo-realismo, plantea buenos ejemplos de cómo los Estados pequeños aprovechan los discursos institucionales para defender sus intereses nacionales, en particular el principal de todos: sobrevivir. Por otro lado, la profesora Grace Jaramillo hizo un planteamiento teórico que mostraba que a pesar de existir un debate agencia-estructura dentro de la disciplina, los latinoamericanos no tenemos problema de pasar de un lado a otro (cosa que bien trabajado veo como una posible ventaja), cómo nos ha atascado la Teoría de la Dependencia (¡aleluya!), y la siempre imperiosa necesidad de crear una teoría propia para nuestra región.

Me llevo de Ecuador muchas reflexiones y nuevas visiones que me eran muy necesarias luego de cierto tiempo de encierro. El próximo encuentro será acá en Bogotá, y desde ya estoy trabajando para avanzar no sólo mi causa, sino darle la vuelta a ciertas cosas que parecen obstáculos pero no lo son. Gracias Ecuador por recargar mis energías, ya vengo de nuevo a darle con toda a este blog.

(A los que esperaban fotos mías les recuerdo que no soy muy adepto a las cámaras)

viernes, 8 de junio de 2012

Reflexión sobre la globalización


Hace unos días me pidieron que realizara una reflexión sobre la globalización, para poder clasificar como monitor de esta materia. He aquí el resultado, como siempre muy teórico de mi parte, que lo disfruten:

Cada vez que se habla de globalización, pareciese que se hace referencia a grandes corporaciones, protestas en varias ciudades del mundo (predominantemente las de países occidentales industrializados), y se muestra alguna tribu remota. Esto por lo menos en cuanto a imágenes, mientras que los comentarios sobre la globalización habitualmente la presentan como un fenómeno netamente económico, e incluso documentos académicos han tomado esta línea de argumentación.

Esta subordinación de los fenómenos sociales al campo económico pareciese ser la máxima de los tiempos actuales. Tanto es así, que si bien por un lado se considera que todo está sujeto a las leyes de la oferta y la demanda, por el otro todas las grandes decisiones se dan basadas en fundamentos económicos. Podría decirse que es la victoria de la concepción del homo oeconomicus.

No obstante, al desconocer otros aspectos de las relaciones sociales, y por lo tanto de las Relaciones Internacionales, es difícil observar lo que sucede “tras bastidores” de esta retórica económica. Es por ello, que este documento estará principalmente basado en la teoría transformalista de la globalización, la cual sostiene que dicho fenómeno produce cambios en todos los aspectos sociales: política, instituciones, economía, gobernabilidad, etc. (Martin, 2002, p. 48).
Esto se visibiliza desde la última declaración del “Fin de la historia”[1] una vez terminada la Guerra Fría, donde cundió el optimismo por la victoria de los valores occidentales sobre los soviéticos, pero a la vez salieron a flote varios procesos que anteriormente eran obviados al estar la atención puesta en el choque entre las dos superpotencias (Huntington, 2005, p. 23). El principal de estos procesos es la percibida erosión de la figura del Estado-Nación, y la creciente nebulosidad de los asuntos internos y externos (Martin, 2002, p. 50).

Entonces vale la pena preguntarse ¿qué viene después? Es difícil imaginarse con las tendencias actuales que realmente se dé una sociedad global con una autoridad central difusa o ninguna autoridad. Esto si se tiene en cuenta el hecho de que la seguridad y las amenazas parten de supuestos más intangibles desde el 9/11 y las condenas al terrorismo, además, la presencia de otro tipo de redes criminales como el crimen organizado, permite pensar que los individuos de todos modos van a buscar alguna forma de orden y protección. Precisamente se descarta la posibilidad de que se dé ese gobierno mundial, porque como bien lo explica el psicoanálisis, los seres humanos buscan asociarse para protegerse unos a otros, pero así mismo sienten una aversión mutua que hace que las comunidades políticas sean limitadas (Schuett, 2010, p. 144).

Así entonces, se podría dar una nueva forma de comunidad política luego del declive del Estado-Nación, que se adapte mejor a los procesos que se vienen dando dentro de la globalización. De hecho, visto desde una perspectiva académica, el reto está ahora en comprender cómo se darán las interacciones de poder entre estas nuevas comunidades políticas, ya que “nada milita en la posición realista contra la suposición de que la división del mundo político actual […] sea remplazado por unidades con un carácter bastante diferente, más en pro de mantener las potencialidades técnicas y requerimientos morales del mundo contemporáneo” (Morgenthau, 1961, p. 10). En ese espíritu académico, se podrían designar a estas comunidades políticas como Unidades Políticas Máximas (UPM).

Un posible atisbo de lo que serían estas nuevas UPM es uno de los estandartes más visibles de la globalización, la Unión Europea. El hecho de que varios Estados-Nación fundan sus intereses en una sola institución que los represente ante el sistema internacional, es un indicio bastante relevante de la consolidación de la nueva UPM. En esa misma línea de ideas, el hecho de que esta unión se haya dado bajo lineamientos económicos es una muestra de cómo la economía ha ocupado toda la atención como se denunció al inicio, y de cómo detrás de ésta hay motivaciones de poder.

Ya desde antes del colapso de la Unión Soviética, Edward Luttwak (1998) advertía cómo las relaciones comerciales a inicios de la década de 1990 muestran características propias de una lógica de guerra, al quedar relegado a un segundo plano el poderío militar (p. 125). Esta visión que él llama geoeconomía, puede considerarse el instrumento principal que tienen desde ya las nuevas UPM como medio de interacción de poder. Baste ver como la “Tragedia Griega”, una crisis de carácter económico, ha dado pie a la promoción de medidas que le restan poder y soberanía a los Estados-Nación europeos, mientras en un curioso balance de poder aumenta el de la UE.

Y este empleo de la geoeconomía no se limita al Viejo Continente. El impulso comercial chino, las competencias por devaluar las principales monedas, la difusión de Tratados de Libre Comercio cuyas negociaciones no siempre parten de un principio de igualdad, y otros eventos que en principio ocupan la sección económica de los medios noticiosos requieren de un análisis más fino que un simple intercambio de bienes escasos. La pérdida de territorialidad hace que las diversas políticas y crisis económicas sean aprovechadas dentro de la globalización por aquellos que buscan ganar poder por métodos distintos a las tradicionales conquistas militares de antaño.

Finalmente, tomando en cuenta el factor social de la globalización, este también ha sufrido varias modificaciones debido a la aparición nuevos recursos y nuevas identidades. Desde la Guerra de los Balcanes, a la serie de movilizaciones a las que se les llamó la Primavera Árabe, pasando por el genocidio en Ruanda, todos estos sucesos tuvieron su base en la identificación con algún grupo étnico, y la difusión de ellos se ha dado gracias a los avances en tecnología de telecomunicación.

Bosnios, hutus, chiís y demás etnias ratifican la premisa de que “en el mundo de la post-guerra fría, las distinciones más importantes entre los pueblos no son ideológicas, políticas ni económicas; son culturales” (Huntington, 2005, p. 22). Esto sumado a la alta difusión lograda por el internet, más el tráfico humano legal o ilegal, contribuye al proceso de desterritorialización mencionado anteriormente. Al tener mayor fidelidad con una etnia o una cultura (real o inventada en algunos casos), los individuos ya no se identifican con una zona geográfica delimitada sino con un concepto intangible, haciendo que ciertos límites políticos sean meras formalidades.

En suma, en este periodo de transición al que se le ha denominado “Globalización”, presenta por lo menos tres desafíos puntuales: la creación de nuevas UPM, y su posible desenvolvimiento en el escenario internacional; el uso de la economía como un instrumento (o arma) para adquirir poder; y las alianzas culturales transfronterizas. En sí, todo el fenómeno es un reto para ser analizado, y que para tal fin debe verse más allá de sus mareantes imágenes.

REFERENCIAS

Huntington, Samuel P. (2005). El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial (1ra ed.). España: Paidós.
Kissinger, Henry. (2001). La diplomacia (2da ed.). México, DF: Fondo de Cultura Económica.
Luttwak, Edward N. (1998). From Geopolitics to Geo-Economics: Logic of Conflict, Grammar of Commerce. The Geopolitics Reader (1ra ed., pp. 125 – 130). Nueva York: Routledge.
Martin, Carlos D. (2002). Las transformaciones del escenario internacional. Fasoc, 17(Enero - Febrero), 43 – 58.
Morgenthau, Hans J. (1961). Politics Among Nations. The struggle for power and peace (3ra ed.). Nueva York: Alfred A. Knopf Inc.
Schuett, Robert. (2010). Political Realism, Freud and Human Nature in International Relations. The Resurrection of the Realist Man (1ra ed.). Nueva York: Palgrave McMillan.



[1] Ya antes está declaración había sido hecha por los presidentes estadounidenses Woodrow Wilson y Franklin D. Roosevelt en otros procesos de cambio histórico (Kissinger, 2001, p. 401)