miércoles, 4 de enero de 2012

Avances en las guerras culturales

Uno de los presentes más peculiares que recibí durante este cambio de año vino de un amigo que vive en Shanghái, quien conociendo mi gusto por la estrategia y temas relacionados me regaló un xiangqi, la versión china del ajedrez. Una diferencia clave entre este juego de mesa y su versión más popular es el hecho que las piezas chinas tienen movimientos mucho más restringidos, y por lo tanto la estrategia en el xiangqi se basa más en bloquear los movimientos del oponente que en capturarle la mayor cantidad de piezas. Al oír esto, otro amigo que trabaja en una empresa china dijo: “¡de razón negocian de esa forma!”

Tal como lo expresó este último, la razón por la que pedí ese juego es por mi convicción de que este tipo de cosas ayudan a entender la mentalidad de otras culturas en particular de la sínica, la cual se destaca por su histórico hermetismo y misterio. Es más, las estrategias del xiangqi recuerdan bastante las enseñanzas del maestro Sun Tzu en su obra El Arte de la Guerra, que de paso sea dicho es considerado como un antecedente no-Occidental del Realismo (y que está junto a mi copia de El Príncipe en mi biblioteca). La lectura de este libro ha sido una de las principales aproximaciones de Occidente hacia China, particularmente al usarlo como metáfora para campos en principio distintos al de la guerra como la economía, el deporte y el derecho entre otros.

Todo esto lo saco a flote porque el Presidente Chino Hu Jintao finalmente se ha dejado de rodeos y ha declarado que teme una invasión cultural de Occidente, y ya ha tomado ciertas medidas como limitar el contenido de las cadenas televisivas y de internet. Productos occidentales como Harry Potter, los Transformers o Lady Gaga son acusados de corroer launidad cultural china, y por ello Hu ha decidido también que se tomaran medidas para promover la cultura nacional china. De especial relevancia fueron los desfiles que se llevaron a cabo con este fin en el condado de Huinin honrando la memoria de Sun Tzu, quien presuntamente nació en esta región, el único de los antiguos pensadores chinos del agrado de Mao Zedong y por lo tanto de la Revolución China.

En los dos últimos artículos referenciados se señala como históricamente los impulsos culturales desde arriba suelen ser un fracaso, tal y como pasó con los intentos de los regímenes totalitarios de mediados de siglo pasado. Trayendo a colación el concepto de soft power de Joseph Nye, por el cual un país logra ser atractivo dentro del Sistema Internacional y logra que su cultura sea emulada por sociedades foráneas dándole cierto poder de convicción, comentan como éste se construye con base a unos valores universales y parte de los individuos, el sector privado y la sociedad civil. También recuerdan que las grandes innovaciones culturales suelen darse ahí donde suele darse gran intercambio cultural y dentro del seno de la oposición. Lo que estos autores olvidan mencionar es que detrás de todo soft power hay un fuerte hard power que lo respalda, y que uno de los usos del poder es precisamente el prestigio.

Yo disto de ser un experto en China, pero considero que acá se peca de observar este fenómeno desde una perspectiva un tanto parroquial. Si mal no recuerdo el aludido Sun Tzu era un general bajo las órdenes de uno de los antiguos reyes, y así el Partido Comunista Chino reniegue de su legado, el confucianismo sigue siendo el mayor componente de la sociedad china, y es la base de su espíritu colectivista y a la vez conservador. Y tampoco estoy muy versado en historia del arte, pero a diferencia de Europa en los últimos siglos, el arte chino suele ser más bien anónimo y las distinciones se basan casi exclusivamente en la dinastía o periodo histórico en el cual se dieron las obras, y no quién fue su autor.

Por lo tanto, pensar que un impulso cultural chino desde arriba es inútil puede ser algo miope. Al igual que con la economía, es probable que China sea capaz de dar la suficiente libertad como para que haya crecimiento y desarrollo (y hasta envidia), pero no la suficiente como para que se escape del colectivo representado en la centralidad del poder. Así como el modelo de desarrollo chino sólo puede darse en China debido a su fuerte adhesión a su estructura social ¿por qué no se puede pensar en un desarrollo similar en el aspecto cultural? Podría esperarse entonces también que otras sociedades quieran emular la mentalidad de enjambre de hormigas confuciana para lograr los niveles de crecimiento del Reino del Medio, cuando menos aquellas con una fuerte influencia sínica como Singapur o Taiwán, lo que lleva a una mejor consolidación de la mencionada influencia.

Ahora bien, se podría argumentar que la creatividad no es precisamente uno de los fuertes en la sociedad china, señalando como el desarrollo tecnológico reciente se debe a la imitación. En este caso volvemos a los paralelismos, los chinos imitan y producen en cantidades desbocadas haciendo que eventualmente vendan sus productos por el bajo costo, y en ese sentido pueden llegar a influir culturalmente al tomar aspectos de una cultura foránea y regurgitárselos de tal forma que sin darse cuenta dicha cultura ya queda bajo la influencia china. No olvidemos que la mayor parte de las atronadoras vuvuzelas en el pasado mundial de fútbol se produjeron en China, y ahora la industria de ese país saca a la venta un muñeco del difunto Steve Jobs, por poner unos ejemplos.

Aunque dudo de un futuro unipolar bajo hegemonía china (como bien se expone acá y debido al mencionado hermetismo), no se puede pasar de largo que las potencias se comportan como potencias y por ello van a querer aumentar su influencia y su poder, la diferencia radica en cómo logran tales objetivos. China claramente desafía los estándares por los cuales entendemos el mundo, y por ello se hace necesario comprender sus métodos y forma de ver el mundo. Dicho esto ¿quién quiere acompañarme a un chop suey con una partida de xiangqi?

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