domingo, 19 de febrero de 2012

Navegando en aguas gélidas y amarillas

Antiguamente se creía que el mundo era simétrico, y por lo tanto se creía que el hemisferio sur tendría la misma configuración geográfica que su contraparte en el norte. Por otra parte, una creencia infantil bastante extendida es que si se cava lo suficientemente profundo se llegará a China, por mi parte culpo a Silvestre y Piolín por este engaño. Pero resulta que el planeta en cierta medida sí es simétrico, si bien hay poca masa terrestre en el sur en su zona polar se encuentra todo un continente, mientras que en el norte se encuentra la mayor parte de la masa terrestre pero su zona polar es un océano.

Es por eso que mientras a la Antártida se la da un tratamiento de lugar especial del planeta y patrimonio de la humanidad, al Océano Ártico se lo intentan repartir basándose en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Pero ya en el entrada anterior sobre este tema hemos visto como una cosa son las leyes y otra es la realidad, más si se tienen en cuenta todas las reservas de energéticos que estarán disponibles una vez que el deshielo permita un mejor acceso a esta región. Se podrá reclamar todo lo que se quiera vía el derecho internacional, pero claramente estos recursos serán del primero que logre apropiárselos, además, uno de los Estados Árticos no ha ratificado la mencionada convención dándole cierta carta blanca para hacer de las suyas.

Lo curioso de estas supuestas leyes internacionales es que en principio se hacen con la fina intención de ratificar la distribución de poder existente, pero en más de una ocasión puede resultar que esas mismas normas se estallen en la cara de aquellos que las crearon. Y ese parece ser el caso de China que se le ha vuelto una especie de Piolín para Estados Unidos, al haber ratificado la semana pasada la mencionada carta de derecho de mar. Los motivos de dicha ratificación son aún confusos, pero parece indicar que es una jugada de China para atribuirse ciertos beneficios en sus mares disputados, principalmente el Mar de China Meridional; forzando de esta manera a que la única forma que tenga EEUU de frenar el avance naval chino sea echando por la borda dicha convención.

Pero hay que mirar más allá, “casualmente” sale a flote el hecho de que China está interesada en las posibles rutas comerciales que se abrirían de descongelarse el Ártico, y está haciendo un fuerte lobby para pasar de ser un observador en el Concejo Ártico a ser miembro permanente. Para tal fin ya cuenta con los auspicios de Canadá, cada vez más cercana al Reino del Medio desde que Obama canceló la entrada del oleoducto a su país; como también con Dinamarca gracias a al acuerdo de cooperación científica entre los dos países, porque tal parece que hasta ahí les llega su discurso humanitario a los nórdicos, pero al parecer no cuentan ya con los medios para explorar todo el mar ganado por Groenlandia.

La entrada a los mares árticos vía estos dos países no es despreciable al tratarse de una costa bastante larga. Fuera de eso deja en desventaja a EEUU que apenas cuenta con la costa de Alaska. Fuera de eso, contrario a lo que se puede pensar, la Tierra de la Libertad no está preparada para afrontar el reto del deshielo, haciendo que quede rezagada frente al que parece ser su mayor rival en este momento, así que bien le convendría buscar la forma de que las amplias costas de sus vecinos en el norte no le signifiquen un cerco hacía el nuevo paraíso energético.

Pero por otro lado, China aún tiene que superar el bloqueo que le impone Rusia para entrar a esta zona, porque siglos de arrinconamiento hacia el norte han hecho que la Santa Madre sienta que el Ártico le pertenece, además está la también histórica rivalidad entre ambas culturas, y por ello ha sido Rusia la más vocal en no permitir el ingreso de China -como tampoco de India- al Concejo Ártico (es curioso, recuerden como en la entrada anterior vimos como empezaba a resquebrajarse el grupo BRICS).

Así como es habitual, la emergencia de una nueva potencia hace que cambie la distribución de poder y por ende el statu quo. Lo más divertido del asunto es que este statu quo ha sido el más activo en intentar establecer una ley internacional, pero ahora le toca asumir el reto de romper con ese cristal sagrado para asegurar su poderío, e incluso tal vez, su permanencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario