viernes, 17 de febrero de 2012

Siria: el espiral de la historia y lecciones no aprendidas

En este medio mes de reflexión estudiantil (en realidad de acomodarse a un semestre muy aburrido) se ha podido pulir un poco mejor el ojo clínico, y por lo tanto animarme un poco más a tratar los temas que tienen dominada a la agenda internacional. Así entonces, a pesar de centrarme en los temas que normalmente pasan desapercibidos, he decidido redactar aquí mis observaciones sobre la situación en Siria.

Lo primero que se le viene a uno a la mente al tratar este tema es la brutal opresión ejercida por Bashar al-Assad contra la población del país que él dirige, sobre todo teniendo en cuenta que se supone que estamos en la era de los derechos humanos, la democracia y la libertad. Claro, es cruento lo que pasa en Siria pero vale la pena recordar que esos altos ideales no suelen pasar de lo discursivo, y lo que está en juego es el permanente balance de poder entre Occidente y Oriente, el cual está institucionalizado formalmente desde el fin de la 2da Guerra Mundial.

Se dice que los Realistas adolecemos de no reconocer la existencia de las organizaciones e instituciones internacionales. Nada más falso ¡Están ahí! imposibles no verlas, simplemente las reconocemos como los nuevos espacios donde se juegan los intereses de las grandes potencias. Pregúntense ustedes qué es realmente el poder de veto dentro del Consejo de Seguridad de la ONU, y por qué Rusia y China impidieron la intervención de tropas en el país árabe a pesar de los clamores de sus vecinos. Una cosa era Libia que estaba en el patio trasero de la Unión Europea, pero ya Siria es otro cantar, más si se nos fijamos en que las incursiones en Afganistán e Iraq y los avances en Pakistán, más el apoyo de la Liga Árabe de fuerte presencia suní, más todas las bases en países aliados, bien podría pensarse en un cerco a Rusia y un bloqueo a China.

Concedido, la ONU ha hecho avances en temas como la ayuda humanitaria, pero hay que recordar que no está para resolver los problemas del planeta, está para intentar discutirlos, y en más de una ocasión se ha quedado estancada cuando las potencias no están del mismo lado. Una muestra actual de este hecho es la pasada votación en la Asamblea General, que aún siendo casi unánime, su único efecto es reflejar ese concepto nebuloso y gaseoso que es la “opinión mundial”; y aún así hoy se registró un nuevo bombardeo en la ciudad de Homs. Vale la pena observar acá que entre los 12 votos en contra se encontraban Venezuela, Bolivia, Irán y Corea del Norte, todos regímenes híbridos o simplemente autoritarios, lo que nos lleva a otro punto de análisis:

¿Recuerdan la 1ra Guerra Mundial? Mirado muy por encima podría decirse que se trataba de un enfrentamiento entre los países democráticos vs. los países autoritarios (siendo Rusia la notable excepción), incluso podría verse ese patrón durante la antesala que tuvo en el siglo XIX ¿Podríamos pensar lo mismo hoy en día? Además del intento por conservar y/o ampliar zonas de influencia, no está de más que los gobiernos en Rusia y China teman un levantamiento similar dentro de sus fronteras, y por eso recurran a esta forma tácita y post-moderna de “Santa Alianza” para no contagiarse de la epidemia primaveral. Ya vemos como esta renuencia está logrando que se resquebraje el grupo BRICS, aunque cabe anotar que si bien Brasil, India y Sudáfrica son países democráticos, también se trata de potencias emergentes que buscan tirarle la pelota de la intervención a otras regiones, o en el caso de India, aminorar la influencia de rivales próximos.

Ahora bien, mientras una vez más se encargan de hacerle el feo a Rusia, cosa que se ha visto no resulta siendo tan sabia a la larga, también es válido ver si algo han aprendido también las potencias occidentales de la contienda mencionada. Así como se pensó en 1919 que una Alemania democrática a las malas calmaría sus impulsos belicosos, y luego surgió el terrible régimen nazi, George Kennan se preguntó si no hubiese sido mejor lidiar con los conservadores moderados de antes. Ahora yo me pregunto: Al ver que los resultados reales de las primaveras árabes, donde al parecer no se han dado gobiernos más humanos sino más radicales, particularmente en Libia ¿No sería mejor evitar otra intervención y empeorar el asunto? Tanto triunfalismo post-Guerra Fría parece haber causado una tremenda amnesia.

Es triste lo que pasa en Siria, como lo que pasa en otros lados, pero tampoco existe construcción humana alguna que sea omnipotente. La promoción insensata de los valores que tanto admiramos es lo que cava la tumba de éstos. Se podrá hablar todo lo que se quiera sobre una nueva era, pero finalmente vemos como entre más cambian las cosas, más permanecen iguales.

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