“When we had no computers, we had no programming problem either. When we had a few computers, we had a mild programming problem. Confronted with machines a million times as powerful, we are faced with a gigantic programming problem.”
-Edsger W. Dijkstra.
Muchas veces, tanto el arte que se considera “elevado” como lo que es llamado “cultura pop”, suele reflejar bien e incluso predecir las tendencias sociopolíticas que se dan en la sociedad. Y sacando a flote una vez más mi enorme lado nerd, voy a anotar como la ciencia ficción nos ha mostrado los posibles futuros escenarios de las contiendas entre los estados, o cualquier otro tipo de unidad política máxima. Recordemos que durante buena parte del siglo XX los escritos de Asimov, Clarke y otros miraron hacia el espacio exterior, algunos antes de darse la carrera espacial entre las dos superpotencias durante la Guerra Fría.
Pero hubo un cambio importante durante la década de 1980, curiosamente mientras Reagan cañaba con su tecnología “Star Wars”, al ciencia ficción veía un cambio de enfoque con Philip K. Dick, y sobre todo, con la obra cyberpunk de William Gibson, películas como “Tron”, y la aparición masiva de los videojuegos también movieron las mentes. Ya la mirada no estaba puesta en el espacio sino el ciberespacio, y la fascinación ahora estaba en saber que pasaba dentro de un computador, el control que estas máquinas pudiesen ejercer, y si era posible un mundo paralelo dentro de ellas.
Actualmente, con la amplia difusión del internet ya este tipo de ideas no parece tan descabellada, y dado lo inhóspito del espacio exterior, y la flexibilidad de los alcances del poder, cada vez es más factible la idea de una delimitación “territorial” del ciberespacio. De hecho, vengo haciéndole seguimiento desde hace más o menos un año a los intentos de potencias como Rusia y China de crear sus propias redes de internet, cosa que también buscan países árabes y el mismo Irán. Como mucha de la difusión de lo que se ha llamado “La Primavera Árabe” se ha dado por vía de las redes sociales, es imperativo para los gobiernos de estos países controlar la información que llega a sus habitantes, cosa en la que China ha avanzado bastante como es bien sabido, y Rusia ya empieza a enlistar a sus primeros ciberguerreros.
Pero esto no es algo que se limite a los regímenes híbridos o no-liberales. Por un lado la preocupación de la Casa Blanca por los ataques y espionajes recibidos a sus instalaciones cibernéticas por parte de los dos rivales mencionados, lo cual ya ha llevado a varios documentos sobre recomendaciones de seguridad informática. Por otro lado, baste recordar la conmoción que causó el paso por el Congreso Estadounidense de los proyectos de ley SOPA y PIPA que buscaban restringir el acceso y la descarga de cierta información, logrando evidenciar las contradicciones innatas del liberalismo democrático, al enfrentar el derecho a la información y el derecho a la propiedad.
Tal vez esté exagerando, pero estas prácticas me dan la impresión de ser una forma de delimitar territorio en algo que es de cierta forma etéreo e intangible. Pero como de todos modos hoy en día todo parece difuso, y se le declara la guerra a cosas tan espurias como el terrorismo, no se puede descartar entonces los grupos desestabilizadores cuya base de operaciones está en el ciberespacio, porque a Julian Assange ya lo persiguen en el mundo real, pero el colectivo Anonymous sigue haciendo honor a su nombre. En cuanto al potencial desestabilizador de este tipo de actores, basta con mirar este top 10 deataques cibernéticos recopilado por Foreign Policy.
Así que no creo que las máquinas desarrollen mente propia, o que logremos entrar físicamente a una red de computadores, pero estoy muy seguro que pronto necesitaremos una especie de pasaporte virtual para entrar a ciertas páginas web, y que los ciberataques se hagan cada vez más frecuentes. Es un reto tanto para los detentadores de poder, como para aquellos que los estudiamos, es ver los alcances, usos y limitaciones de este nuevo tipo de territorio. Y yo no sé ustedes, pero cada vez que me conecto a internet, me siento entrando a algo tipo Matrix.
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