domingo, 22 de abril de 2012

Frialdad asiática


Si no se ha caído en cuenta de que la autosatisfacción de la post-guerra fría ya no tiene mayor sustento lógico, debe ser porque aún se guarda una tenue esperanza. Pero luego del fallido lanzamiento norcoreano, una vez revivimos los gélidos temores al ver que India tuvo una prueba exitosa con el misil nuclear de largo alcance Agni-V. Ya no es sólo su principal rival, Pakistán, quien debe preocuparse por el poderío nuclear de su vecino, ya que este tipo de misil lograría llegar hasta Europa Oriental, y más preocupante aún, buena parte del territorio chino.

A pesar de la supuesta integración de los BRICS, que lo único que los une es el interés por subvertir la hegemonía occidental dentro del sistema internacional, el temor es que se revivan viejas confrontaciones territoriales entre los gigantes asiáticos, además de aquella por el control de la hegemonía regional. Pero una vez más, seré yo quien diga que no vale la pena tanto alboroto, aunque es necesario estar pendientes de este tipo de avances. A la hora del té (chiste intencionado), India simplemente está respondiendo al viejo principio de balance de poder.

India podrá haber desarrollado este tipo de misiles, pero aún está colgada en este respecto frente a sus dos rivales. Los misiles Agni-V no serán incorporados en el arsenal indio sino dentro de un par de años, y su capacidad de vuelo es todavía dudosa [1]. De aquí se podría inferir entonces, que si India ha llegado a tener la capacidad para un primer ataque, o en otro caso, capacidad de retaliación ante un primer ataque, se pone en duda su capacidad para un segundo ataque o una continuación, lo cual la sigue dejando en una posición débil ante un choque nuclear.

No por nada, China se ha manifestado de forma despectiva, o por lo menos deferente, ante este logro de la balística nuclear india. No sólo aduce a la precariedad de estos misiles, sino al hecho de que India no tiene cómo respaldar estos ataques con otro tipo de material bélico, porque contrario a lo que se piense, no basta únicamente con armas de alto nivel destructivo sino hay como controlar ese territorio. De hecho, India ha intentado corregir este defecto al aumentar su presupuesto para defensa, precisamente preocupada por el aumento de gasto en ese campo por parte del Reino Medio.

En este nuevo gasto, parece que India le apuesta a ser una potencia naval, lo cual parece será relevante en la pugna asiática si se tienen en cuenta las tensiones por el Mar de China Meridional. No por nada, China también le apuesta a la creación de una armada naval más fuerte, aunque bajo serias dudas. Acá también debe resaltarse el hecho de que China es una potencia terrestre, y aunque persiste el debate, después de la larga influencia anglosajona en el sistema internacional se mantiene la idea de que es más fuerte el poder naval. Por lo tanto, no se descarta la idea de que India busque cercar por mar a la ya rodeada China.

Fuera de eso, en el campo del soft power, China bien podría estar “cañando” al despreciar los avances nucleares de su rival sureño. Porque contrario a lo que podría suponerse con su vertiginoso ascenso, China aún despierta desconfianza en la región, y mantiene a su interior las relaciones de desconfianza frente a sus vecinos. Por lo tanto, India puede ganar adeptos al mostrar una cara diplomática más amable, y también cercar por ahí al objeto de sus temores, tanto dentro como fuera del continente.

En suma, este lanzamiento no es preocupante… por ahora. La lógica del balance de poder despierta obvios temores de una escalada asimétrica, y no se puede pensar que China aceptará pasivamente estos retos. Acá cabe esperar que se dé el patrón existente sobre las escaladas nucleares, donde estas armas confieren más el poder de una verdadera no intervención, y no tanto el crecimiento de impulsos guerreristas. Por lo tanto, hoy es un buen momento para repasar todos nuestros libros de Kahn y Schelling de la Guerra Fría, para poder así comprender mejor entender las relaciones en Oriente Lejano.

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