Darse cuenta de que uno vive en Colombia es algo interesante. A pesar del estruendoso “Sí, sí ¡Colombia! Sí, sí ¡Caribe!” que resuena cada vez que parece que no nos van a eliminar en la clasificación al mundial de fútbol, la verdad es que no tenemos mayor idea sobre lo que pasa en la región del Caribe gracias a 200 años de encierro. Encierro que nos ha negado una mayor participación sobre la que se supondría es parte nuestra zona de influencia natural.
En fin, tal vez los más interesados en el tema de nuestra política exterior sepan que Colombia es miembro observador de CARICOM, la que bien podría llamarse la máxima organización internacional de la región Caribe. La importancia de esta OIG radica en su nivel de alcance, ya que entre sus miembros se encuentran los estados independientes de Antigua-Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, Granada, Guyana, Haití, Jamaica, San Crsitóbal y Nevis, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam, y Trinidad & Tobago, además de contar con las islas que aún hacen parte de los viejos imperios europeos.
Precisamente, el posible talón de Aquiles de los esfuerzos integracionistas de esta región sea la diversidad de las metrópolis originarias, y es posible que se hayan heredado ciertas viejas rivalidades. Otro factor que sale a flote, es que con sólo ver el mapa se ve que se trata de todas estas islas y territorios continentales que no encajan con la amplia Latinoamérica o la desarrollada Norteamérica, dando la sensación de que se trata de un conglomerado de “y el resto”. Si bien esta percepción podría jugar a su favor y en pro de una integración regional si se sabe utilizar, este parece no ser el caso de una región insular y fragmentada.
Y es que al igual que sus vecinos hispanoparlantes, los países caribeños tienen varias organizaciones fragmentarias de menor nivel, entre las cuales se destaca la Organización de Estados del Caribe Oriental OECS, dentro de la cual se ha desarrollado una moneda común por aparte de los otros miembros de CARICOM. De igual forma, los países continentales parecen quererse acercar más a sus vecinos terrestres, siendo claro la adhesión de Guyana y Surinam a la recién formada UNASUR, magnetismo continental que varios países isleños también perciben, y no se deja de tener cierto sentimiento de sálvese quien pueda, lo cual ya se le da tinte de “crisis”.
Efectivamente, es a esta crisis a la que alude el Primer Ministro Ralph Gonsalves de San Vicente y las Granadinas en su carta dirigida al Secretario General de CARICOM, Irwin La Rocque, en donde acusa la falta de iniciativa de esta OIG en acelerar el proceso de integración entre los países miembro. Este reclamo ha hecho eco en otros países como Dominica, donde puntualmente se trae a colación el hecho de que el mayor producto económico de éstos es el turismo, pero que a la vez no cuentan con aeropuertos internacionales para atraer un mayor nivel de clientes para tal servicio.
Pero como suele suceder en la política actual, los motivos políticos se esconden detrás de las motivaciones económicas. San Vicente y las Granadinas al igual que Antigua-Barbuda son miembros de la OECS, pero más diciente aún es que estos dos países caribeños junto con Dominica son miembros actuales del ALBA de Hugo Chávez. Por lo tanto sería erróneo pensar que se trata de un simple reclamo de dinero o de una integración tipo UE tan en boga hoy en día, de seguro Gonsalves se refiere al modelo regulador y bolivariano que propone Venezuela. Ergo, lo más probable es que el premier vicentino está intentando coaccionar a sus vecinos a entrar en este tipo de alianza, o bien y más probable, encontrar una forma elegante de salir de una buena vez de CARICOM.
Así como los dos burros de la fábula que se mataron de hambre por jalar en sentidos contrarios, los países del Caribe en vez de unirse en causa común están fragmentados, y ya se ve como se despliegan como las fichas de ajedrez en una partida ajena, más al ser países con poco poder y presencia en el sistema internacional. La pregunta que me queda es: ¿dónde están nuestras fichas?
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