viernes, 24 de febrero de 2012

Algo más que cruceros

Darse cuenta de que uno vive en Colombia es algo interesante. A pesar del estruendoso “Sí, sí ¡Colombia! Sí, sí ¡Caribe!” que resuena cada vez que parece que no nos van a eliminar en la clasificación al mundial de fútbol, la verdad es que no tenemos mayor idea sobre lo que pasa en la región del Caribe gracias a 200 años de encierro. Encierro que nos ha negado una mayor participación sobre la que se supondría es parte nuestra zona de influencia natural.

En fin, tal vez los más interesados en el tema de nuestra política exterior sepan que Colombia es miembro observador de CARICOM, la que bien podría llamarse la máxima organización internacional de la región Caribe. La importancia de esta OIG radica en su nivel de alcance, ya que entre sus miembros se encuentran los estados independientes de Antigua-Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, Granada, Guyana, Haití, Jamaica, San Crsitóbal y Nevis, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam, y Trinidad & Tobago, además de contar con las islas que aún hacen parte de los viejos imperios europeos.

Precisamente, el posible talón de Aquiles de los esfuerzos integracionistas de esta región sea la diversidad de las metrópolis originarias, y es posible que se hayan heredado ciertas viejas rivalidades. Otro factor que sale a flote, es que con sólo ver el mapa se ve que se trata de todas estas islas y territorios continentales que no encajan con la amplia Latinoamérica o la desarrollada Norteamérica, dando la sensación de que se trata de un conglomerado de “y el resto”. Si bien esta percepción podría jugar a su favor y en pro de una integración regional si se sabe utilizar, este parece no ser el caso de una región insular y fragmentada.

Y es que al igual que sus vecinos hispanoparlantes, los países caribeños tienen varias organizaciones fragmentarias de menor nivel, entre las cuales se destaca la Organización de Estados del Caribe Oriental OECS, dentro de la cual se ha desarrollado una moneda común por aparte de los otros miembros de CARICOM. De igual forma, los países continentales parecen quererse acercar más a sus vecinos terrestres, siendo claro la adhesión de Guyana y Surinam a la recién formada UNASUR, magnetismo continental que varios países isleños también perciben, y no se deja de tener cierto sentimiento de sálvese quien pueda, lo cual ya se le da tinte de “crisis”.

Efectivamente, es a esta crisis a la que alude el Primer Ministro Ralph Gonsalves de San Vicente y las Granadinas en su carta dirigida al Secretario General de CARICOM, Irwin La Rocque, en donde acusa la falta de iniciativa de esta OIG en acelerar el proceso de integración entre los países miembro. Este reclamo ha hecho eco en otros países como Dominica, donde puntualmente se trae a colación el hecho de que el mayor producto económico de éstos es el turismo, pero que a la vez no cuentan con aeropuertos internacionales para atraer un mayor nivel de clientes para tal servicio.

Pero como suele suceder en la política actual, los motivos políticos se esconden detrás de las motivaciones económicas. San Vicente y las Granadinas al igual que Antigua-Barbuda son miembros de la OECS, pero más diciente aún es que estos dos países caribeños junto con Dominica son miembros actuales del ALBA de Hugo Chávez. Por lo tanto sería erróneo pensar que se trata de un simple reclamo de dinero o de una integración tipo UE tan en boga hoy en día, de seguro Gonsalves se refiere al modelo regulador y bolivariano que propone Venezuela. Ergo, lo más probable es que el premier vicentino está intentando coaccionar a sus vecinos a entrar en este tipo de alianza, o bien y más probable, encontrar una forma elegante de salir de una buena vez de CARICOM.

Así como los dos burros de la fábula que se mataron de hambre por jalar en sentidos contrarios, los países del Caribe en vez de unirse en causa común están fragmentados, y ya se ve como se despliegan como las fichas de ajedrez en una partida ajena, más al ser países con poco poder y presencia en el sistema internacional. La pregunta que me queda es: ¿dónde están nuestras fichas? 

domingo, 19 de febrero de 2012

Navegando en aguas gélidas y amarillas

Antiguamente se creía que el mundo era simétrico, y por lo tanto se creía que el hemisferio sur tendría la misma configuración geográfica que su contraparte en el norte. Por otra parte, una creencia infantil bastante extendida es que si se cava lo suficientemente profundo se llegará a China, por mi parte culpo a Silvestre y Piolín por este engaño. Pero resulta que el planeta en cierta medida sí es simétrico, si bien hay poca masa terrestre en el sur en su zona polar se encuentra todo un continente, mientras que en el norte se encuentra la mayor parte de la masa terrestre pero su zona polar es un océano.

Es por eso que mientras a la Antártida se la da un tratamiento de lugar especial del planeta y patrimonio de la humanidad, al Océano Ártico se lo intentan repartir basándose en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Pero ya en el entrada anterior sobre este tema hemos visto como una cosa son las leyes y otra es la realidad, más si se tienen en cuenta todas las reservas de energéticos que estarán disponibles una vez que el deshielo permita un mejor acceso a esta región. Se podrá reclamar todo lo que se quiera vía el derecho internacional, pero claramente estos recursos serán del primero que logre apropiárselos, además, uno de los Estados Árticos no ha ratificado la mencionada convención dándole cierta carta blanca para hacer de las suyas.

Lo curioso de estas supuestas leyes internacionales es que en principio se hacen con la fina intención de ratificar la distribución de poder existente, pero en más de una ocasión puede resultar que esas mismas normas se estallen en la cara de aquellos que las crearon. Y ese parece ser el caso de China que se le ha vuelto una especie de Piolín para Estados Unidos, al haber ratificado la semana pasada la mencionada carta de derecho de mar. Los motivos de dicha ratificación son aún confusos, pero parece indicar que es una jugada de China para atribuirse ciertos beneficios en sus mares disputados, principalmente el Mar de China Meridional; forzando de esta manera a que la única forma que tenga EEUU de frenar el avance naval chino sea echando por la borda dicha convención.

Pero hay que mirar más allá, “casualmente” sale a flote el hecho de que China está interesada en las posibles rutas comerciales que se abrirían de descongelarse el Ártico, y está haciendo un fuerte lobby para pasar de ser un observador en el Concejo Ártico a ser miembro permanente. Para tal fin ya cuenta con los auspicios de Canadá, cada vez más cercana al Reino del Medio desde que Obama canceló la entrada del oleoducto a su país; como también con Dinamarca gracias a al acuerdo de cooperación científica entre los dos países, porque tal parece que hasta ahí les llega su discurso humanitario a los nórdicos, pero al parecer no cuentan ya con los medios para explorar todo el mar ganado por Groenlandia.

La entrada a los mares árticos vía estos dos países no es despreciable al tratarse de una costa bastante larga. Fuera de eso deja en desventaja a EEUU que apenas cuenta con la costa de Alaska. Fuera de eso, contrario a lo que se puede pensar, la Tierra de la Libertad no está preparada para afrontar el reto del deshielo, haciendo que quede rezagada frente al que parece ser su mayor rival en este momento, así que bien le convendría buscar la forma de que las amplias costas de sus vecinos en el norte no le signifiquen un cerco hacía el nuevo paraíso energético.

Pero por otro lado, China aún tiene que superar el bloqueo que le impone Rusia para entrar a esta zona, porque siglos de arrinconamiento hacia el norte han hecho que la Santa Madre sienta que el Ártico le pertenece, además está la también histórica rivalidad entre ambas culturas, y por ello ha sido Rusia la más vocal en no permitir el ingreso de China -como tampoco de India- al Concejo Ártico (es curioso, recuerden como en la entrada anterior vimos como empezaba a resquebrajarse el grupo BRICS).

Así como es habitual, la emergencia de una nueva potencia hace que cambie la distribución de poder y por ende el statu quo. Lo más divertido del asunto es que este statu quo ha sido el más activo en intentar establecer una ley internacional, pero ahora le toca asumir el reto de romper con ese cristal sagrado para asegurar su poderío, e incluso tal vez, su permanencia.

viernes, 17 de febrero de 2012

Siria: el espiral de la historia y lecciones no aprendidas

En este medio mes de reflexión estudiantil (en realidad de acomodarse a un semestre muy aburrido) se ha podido pulir un poco mejor el ojo clínico, y por lo tanto animarme un poco más a tratar los temas que tienen dominada a la agenda internacional. Así entonces, a pesar de centrarme en los temas que normalmente pasan desapercibidos, he decidido redactar aquí mis observaciones sobre la situación en Siria.

Lo primero que se le viene a uno a la mente al tratar este tema es la brutal opresión ejercida por Bashar al-Assad contra la población del país que él dirige, sobre todo teniendo en cuenta que se supone que estamos en la era de los derechos humanos, la democracia y la libertad. Claro, es cruento lo que pasa en Siria pero vale la pena recordar que esos altos ideales no suelen pasar de lo discursivo, y lo que está en juego es el permanente balance de poder entre Occidente y Oriente, el cual está institucionalizado formalmente desde el fin de la 2da Guerra Mundial.

Se dice que los Realistas adolecemos de no reconocer la existencia de las organizaciones e instituciones internacionales. Nada más falso ¡Están ahí! imposibles no verlas, simplemente las reconocemos como los nuevos espacios donde se juegan los intereses de las grandes potencias. Pregúntense ustedes qué es realmente el poder de veto dentro del Consejo de Seguridad de la ONU, y por qué Rusia y China impidieron la intervención de tropas en el país árabe a pesar de los clamores de sus vecinos. Una cosa era Libia que estaba en el patio trasero de la Unión Europea, pero ya Siria es otro cantar, más si se nos fijamos en que las incursiones en Afganistán e Iraq y los avances en Pakistán, más el apoyo de la Liga Árabe de fuerte presencia suní, más todas las bases en países aliados, bien podría pensarse en un cerco a Rusia y un bloqueo a China.

Concedido, la ONU ha hecho avances en temas como la ayuda humanitaria, pero hay que recordar que no está para resolver los problemas del planeta, está para intentar discutirlos, y en más de una ocasión se ha quedado estancada cuando las potencias no están del mismo lado. Una muestra actual de este hecho es la pasada votación en la Asamblea General, que aún siendo casi unánime, su único efecto es reflejar ese concepto nebuloso y gaseoso que es la “opinión mundial”; y aún así hoy se registró un nuevo bombardeo en la ciudad de Homs. Vale la pena observar acá que entre los 12 votos en contra se encontraban Venezuela, Bolivia, Irán y Corea del Norte, todos regímenes híbridos o simplemente autoritarios, lo que nos lleva a otro punto de análisis:

¿Recuerdan la 1ra Guerra Mundial? Mirado muy por encima podría decirse que se trataba de un enfrentamiento entre los países democráticos vs. los países autoritarios (siendo Rusia la notable excepción), incluso podría verse ese patrón durante la antesala que tuvo en el siglo XIX ¿Podríamos pensar lo mismo hoy en día? Además del intento por conservar y/o ampliar zonas de influencia, no está de más que los gobiernos en Rusia y China teman un levantamiento similar dentro de sus fronteras, y por eso recurran a esta forma tácita y post-moderna de “Santa Alianza” para no contagiarse de la epidemia primaveral. Ya vemos como esta renuencia está logrando que se resquebraje el grupo BRICS, aunque cabe anotar que si bien Brasil, India y Sudáfrica son países democráticos, también se trata de potencias emergentes que buscan tirarle la pelota de la intervención a otras regiones, o en el caso de India, aminorar la influencia de rivales próximos.

Ahora bien, mientras una vez más se encargan de hacerle el feo a Rusia, cosa que se ha visto no resulta siendo tan sabia a la larga, también es válido ver si algo han aprendido también las potencias occidentales de la contienda mencionada. Así como se pensó en 1919 que una Alemania democrática a las malas calmaría sus impulsos belicosos, y luego surgió el terrible régimen nazi, George Kennan se preguntó si no hubiese sido mejor lidiar con los conservadores moderados de antes. Ahora yo me pregunto: Al ver que los resultados reales de las primaveras árabes, donde al parecer no se han dado gobiernos más humanos sino más radicales, particularmente en Libia ¿No sería mejor evitar otra intervención y empeorar el asunto? Tanto triunfalismo post-Guerra Fría parece haber causado una tremenda amnesia.

Es triste lo que pasa en Siria, como lo que pasa en otros lados, pero tampoco existe construcción humana alguna que sea omnipotente. La promoción insensata de los valores que tanto admiramos es lo que cava la tumba de éstos. Se podrá hablar todo lo que se quiera sobre una nueva era, pero finalmente vemos como entre más cambian las cosas, más permanecen iguales.